Ayer hubo dos anuncios concatenados en el ámbito político guatemalteco (por no decir gallinero). El primero es la aceptación pública y expresa de la candidatura presidencial, por parte de la señora Sandra Torres de Colom, quien desde el puesto de Primera Dama (¿?) se ha convertido en la mandamás del actual gobierno, grita ministros, quita y pone funcionarios y, lo que es peor, le ordena al mismísimo Presidente de la República qué partidas presupuestarias desinflar para pasar a engrosar las que élla, a través de sus testaferros, maneja a su antojo.
Esto, por sí solo, podría ser el motivo del presente ensayo por la ilegalidad, en estos momentos en que está casada con el Presidente y que éste ejerce, precisamente, esa Presidencia; pero en este campo han abundado otras personas, especialmente connotados constitucionalistas, así que no entraremos en más detalles.
El otro anuncio, escueto como su figura, lo hizo el mismo Presidente de la República, y tiene que ver tanto con la candidatura anunciada por su esposa como con el argumento de la inconstitucionalidad de la misma: no habrá divorcio. Precisamente porque, según nuestra Constitución Política, no pueden optar a la Presidencia de la República los parientes del Presidente, y el vínculo de parentesco se perdería con la disolución del matrimonio.
En este mismo espacio habíamos escrito, hace meses, que no creíamos que la Primera Dama se lanzase a una aventura ilegal como la que estamos presenciando, pero el primer anuncio que aquí comentamos y su inmediato complemento tienen una fina lectura para el ojo entrenado para leer en estos vericuetos en que nos meten los malos políticos y los malos profesionales de nuestro país.
Es que no es casualidad que el anuncio se haya efectuado en estos días. Haberlo hecho antes de que "amarraran" una elección de magistrados a la Corte de Constitucionalidad, afines a "Bonnie and Clyde", habría sido sumamente arriesgado; hacerlo después de la elección de la misma habría sido totalmente evidente, así que el "timing" es estupendo.
Lo que a nuestros pensamientos queda clarísimo, con nuestros sentidos entrenados a través de años de ver, de escuchar, de leer y analizar, es que la siguiente Corte de Constitucionalidad, la que toma posesión en abril de 2011 en donde se conocerán y "resolverán" las impugnaciones relacionadas con el proceso electoral que está por comenzar oficialmente (porque, de hecho, tiene rato de haber comenzado), estará, por lo menos, parcialmente comprometida, pero en mayoría, con los intereses espurios del oficialismo.
Eso quiere decir que, mínimo, tienen ya asegurados los 3 votos que harán mayoría para tomar acuerdos en la mencionada Corte.
Se deduce claramente, entonces, que la corriente del ya célebre y famoso "Rey del Tenis", aliado incondicional de todo lo que huele mal en el ámbito de la justicia (así, con minúscula, tristemente), está detrás de las candidaturas de los dos finalistas que competirán el viernes 11 de marzo de 2011 en las elecciones internas del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala, de manera que no importa realmente quién de los dos quede para efectos de asegurar los intereses del partido oficial.
Se deduce ,también con claridad, que los ríos de dinero que se sabe han corrido entre profesionales y estudiantes, darán por resultado la elección, por el Consejo Superior Universitario, del candidato que se sabe, desde hace más de año y medio, que es el candidato del partido oficial (por cierto, parece que esta elección será de lo más interesante si, como entendemos que se acordó, se hace de manera pública y nominal).
Finalmente, el Presidente, totalmente subordinado a su esposa, ha salido públicamente a decir que la elección que corresponde al Organismo Ejecutivo la hará él y sólo él (¡já!), y es fácil deducir, por nuestra parte, que lo hará hasta que las otras elecciones estén "amarradas por completo", poniendo, seguramente, al magistrado de mayor edad para, además, asegurarse una Presidencia de la Corte de Constitucionalidad totalmente fiel a sus grises e ilegales intereses.
Así las cosas, el futuro cercano de la Corte de Constitucionalidad lo visualizamos enmarcado en un escenario de ilegalidades sostenidas con argumentos falaces que tratarán de revestir de algún viso de legalidad lo que no es legal, con la vergüenza consiguiente para los magistrados, profesionales del Derecho que se presten para esto, y otro período de manchas en la historia de esa Honorable Corte.
¡Pobre nuestro país!
Sin embargo, con todo el despilfarro de dinero del mundo (nuestro, por supuesto), con todas las argucias para sustentar sus ilegalidades, con todos los lambiscones de nuestras latitudes endulzándole el oído a los mandamases de turno, porque lo que quieren, en realidad, es reelegirse como diputados o como alcaldes, no creemos que la señora tenga muchas oportunidades de hacerse, finalmente, con la Presidencia de la República.
¡Dios ha de querer ponernos a prueba pero no ahorcarnos!
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