martes, 15 de junio de 2010

UN ENSAYO CUÁNTICO QUE NO ES DE ECONOMÍA PERO SÍ LO ES

Hay algo que, más que ligado a la política, está vinculado a la economía y al sentido común, aunque no deja de tener relación con la primera.

Hace meses advertí que ésta no sería una crisis económica, sino la primera de dos o, probablemente, una sola muy larga con altibajos.

Hoy tengo razones para pensar que sigo teniendo razón.

Cuando escribí con relación a este tema estaba en su apogeo, prácticamente, la crisis económica estadounidense provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, y todavía se dudaba cuán contaminadas resultarían las economías de otros países industrializados.

Hoy es preocupante ver que, indepentientemente de las causas originarias del primer problema al cual nos referimos, varios países europeos han entrado en sendas crisis fiscales, económicas y hasta políticas, derivadas de causas que poco o nada tienen que ver con la primera, la estadounidense, y que están más relacionadas con el costo que implica venir manteniendo ese Estado Bienestar del cual muchos europeos están tan orgullosos.

Beneficios sociales fuera de toda lógica están, ahora, pasando la factura. Pero este tema ha sido otro que ya traté anteriormente.

Lo que deseo resaltar hoy es un fenómeno que se comenzará a dar, si no es que ya comenzó en este mundo globalizado en donde los capitales, ahora, se mueven de un continente a otro con tan sólo pulsar un botón. Seguramente ya comenzó, pero es seguro que, conforme transcurra el tiempo, podría irse agudizando.

Se trata de la huída de capitales de los países industrializados europeos que hoy están emproblemados, con unos déficit fiscales que rondan o andan en porcentajes de dos cifras, y cuyas autoridades están tratando de reducir ferozmente para cumplir con las espectativas de la Unión Europea.

Dentro de las medidas que no afectan al capital están el recorte presupuestario, la reducción de salarios de los empleados y funcionarios públicos, la ampliación de la edad de jubilación, por decir algunos; pero la contraparte a estos "sacrificios" es el aumento de las tasas de impuestos.

Desde mi cómoda posición de observador me atrevo a vaticinar que muchos capitales huirán de los países en donde se harán menos rentables, buscando otros países en donde produzcan mejores dividendos.

Aquí entra el elemento del tiempo. Entre paréntesis: éste podría ser un ensayo cuántico en el cual, siguiendo a Max Planck y a Albert Einstein, visualizamos el espacio (Europa-América)-tiempo (lo pasado, lo que pasa y lo que no ha sucedido) como un todo.

Mucho de ese capital que sale de Grecia, de España, de Portugal, de Islandia, de la misma Italia que tiene muchos problemas pero no ha sonado tanto; Francia, sacando a la venta miles de bienes inmuebles del Estado, y de otros países, está llegando a Estados Unidos de América, el cual viene manejando un déficit presupuestario de poco más del 9%, lo cual, para el inmenso tamaño que tiene con relación al resto de países del mundo, es un endeudamiento tremendo.

Estados Unidos no está maduro ni tiene las presiones de sus socios, como las economías europeas, como para entrar en el proceso de recortes de gastos y beneficios y el aumento de impuestos.

Es más, el presidente Barack Obama se ha dado a conocer como fiel seguidor de Maynard Keynes, el economista que sostenía que el gobierno podía orientar su gasto con la finalidad de estimular la economía de un país.

Siento que el gobierno estadounidense le está apostando a que la rebaja de impuestos a quienes más producen, de la época del presidente George W. Bush, venza, o que termine una de sus guerras, sea en Afganistán o en Irak, y que la primera le ayude a recaudar más o alguna de las segundas a gastar menos.

Mientras tanto, los gastos del Seguro Social y de salud del programa Medicare, se han incrementado tremendamente con la reciente reforma aprobada por las dos cámaras en ese país, de modo que la llegada de ese capital está ayudando a prolongar un espejismo que en cualquier momento puede desaparecer.

No soy economista, soy abogado, pero mi olfato político y mi sentido común me hacen visualizar que esta es una razón poderosa para pensar que la actual crisis económica, de la cual el mundo no acaba de salir, podría languidecer para, después, agudizarse, o podría complicarse de una vez sin muchas trabas. Me inclino más por la primera.

Por mi parte, no veo cómo la economía del gran Estados Unidos, que encima tiene que lidiar con el emergente poderío comercial chino, pueda permanecer mucho tiempo sin comenzar a tomar las medidas que, hoy, tienen la situación de negocios y los gobiernos europeos tan complicados.

En la medida que el gigante del norte comience ya a hacer algo al respecto, más quedaré yo como alarmista y menos olas sentiremos; pero en la medida que más tiempo pase y siga gastando como lo viene haciendo, el momento de pasar la factura será tremendo.

Yo no quisiera estar en ese espacio ni ese tiempo.

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