Acabo de recibir, por internet, un comunicado que hacen varios grupos, en forma conjunta, de la sociedad civil hondureña. Aunque no copian el texto, el comunicado es motivado por las declaraciones recientes del ciudadano presidente de ese país, Porfirio Lobo, las cuales, asumimos, se refieren a la posibilidad de que el ciudadano ex presidente desde junio del año pasado, Manuel Zelaya, regrese a su país sin asumir responsabilidad alguna en los sucesos políticos que ocasionó y que motivaron su remoción del cargo, irregularmente si se quiere, mediante un Golpe de Estado, pero por traición a la patria como prescribe la constitución de ese país.
Porfirio Lobo, con sus buenas intenciones, de las cuales se dice que está empedrado el camino al infierno, con sus declaraciones, se está poniendo peligrosamente al margen de la ley, porque no es al Presidente de la República a quien le corresponde juzgar y eximir de responsabilidad penal, sino al Organismo Judicial, especialmente cuando, dentro de los cargos que se le hacen al ahora vocero de una de las organizaciones neo imperialistas de Hugo Chávez (Imperio Chamo pero, al fin, imperio), se involucran actos de corrupción que nada tienen que ver con el tema político o de violación a la constitución.
Las declaraciones de Porfirio Lobo las podemos analizar desde varias aristas.
Una, que pueden dar paso, si no a la autodestrucción porque eso sería exagerar, sí a la división del Partido Nacional, ya que una gran mayoría de miembros del hoy partido oficial hondureño seguramente respaldan el texto del comunicado, el cual va precisamente en contra de la actitud asumida por el Presidente de la República, salido de sus filas.
La otra, como ya me extendí en un ensayo anterior, el peligroso papel que democracias fuertes y constituidas, como la mexicana, como la brasileña, como la chilena, están jugando en la ya golpeada sociedad y democracia hondureña, con esa actitud arribista que no ayuda a nadie, que no construye pero que, está demostrado, continúa dañando y dividiendo a un país que celebró elecciones probablemente con mayor participación porcentual que en los países mencionados, y que no tienen atisbo de ilegitimidad que se le pueda reclamar a ese pueblo digno y valeroso que salió a expresar su voluntad como debe hacerse: mediante el sufragio. ¿Qué más quieren?
México tiene sus propios problemas con la guerra abierta, interna, que está llevando a cabo con los carteles de la droga. Chile tiene los suyos con la tragedia de tanto terremoto que acaba de sufrir, y Brasil también tiene los suyos, y sólo por mencionar alguno, el enorme proceso de reversión de la situación de las miles de favelas que tiene. De los tres, posiblemente México sea el que más aliados necesita en el exterior en este momento, pero su cancillería parece no entenderlo.
En Honduras, como desde Guatemala, donde escribo, la actitud de la cancillería mexicana con respecto a la anterior crisis política hondureña, simplemente no se entiende. ¿Será demasiada la arrogancia que les cuesta mirar hacia el sur? Por lo menos de Brasil entendemos que la ceguera es ocasionada por el tema ideológico que tanto daño le ha hecho y le sigue haciendo a nuestros países; y lo mismo sucedió con Chile, del cual esperamos que, pronto, reconozca la legalidad y legitimidad de las elecciones hondureñas, ya que el actual presidente, Piñera, no está ideologizado como su antecesora, la Sra. Bachelet.
Un último argumento: ¿alguien volvió a satanizar al gobierno de los Estados Unidos de América por haber reconocido al gobierno constitucional de Honduras? La respuesta: que yo sepa, que leo las noticias todos los días, nadie.
Hasta la Asmblea Plenaria del Parlamento Centroamericano, presidida por un sandinista de línea dura como tiene que ser el Secretario de Relaciones Internacionales y ex embajador de Nicaragua en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, reconoció al gobierno de Porfirio Lobo.
La pregunta nuevamente es, entonces, ¿cuándo va a reaccionar México?
miércoles, 2 de junio de 2010
HONDURAS Y SU SOCIEDAD CIVIL. LAS CONSECUENCIAS DE LA INSENSATEZ DE CANCILLERÍAS APARENTEMENTE SERIAS.
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