Hace poco fue noticia el exitoso retorno de la nave espacial Orión, diseñada por la Agencia Espacial de los Estados Unidos de América (NASA, por sus siglas en inglés) para, decía la nota, transportar seres humanos al espacio profundo..., lo que denota la general ignorancia de la inmensidad del cosmos y la tendencia a sobre o ultravalorarnos de los seres humanos, creyéndonos el centro del Universo o el foco de atención de los demás, que no lo somos.
Orión es el gran cazador, el gigante mitológico que fue elevado al firmamento por su grandeza en una época en que todo guerrero era un cazador y todo cazador era un guerrero.
Por otro lado está Telémaco, cuya traducción es algo así como "aquel que combate desde lejos": otro guerrero histórico hijo de Odiseo (en griego), también llamado Ulises (en latín), quien se hizo famoso por sus combates en la Guerra de Troya y sus innumerables aventuras para regresar a Ítaca, con su familia, narradas por Homero en La Odisea, un libro escrito hace aproximadamente 28 siglos. La novedad parece ser que, en tiempos en que el combate se daba, generalmente, cuerpo a cuerpo, la concepción táctica de Telémaco era distinta, sin enfrascarse directamente con el adversario, posiblemente ganándole a sus adversarios a la distancia, con arco y flecha, pero produciendo el mismo resultado.
¿A qué viene todo esto en un blog sobre política y dentro de un ensayo que se refiere a las actividades cotidianas de la gente? Ya veremos...
Ponerle un nombre así a una nave espacial de última tecnología es algo así como revalorizar la literatura épica y la etapa mitológica de una parte del mundo que fue cuna de la civilización occidental. Recordar que todos somos, en alguna medida, cazadores y hasta guerreros, que hemos transformado el arco y la flecha, el hacha, la lanza, la daga y la almágana por el teléfono, el vehículo automotor, la computadora o la jeringa, el micrófono, la máquina de coser o la cámara, es revalorizar una cualidad humana que tiende a ser menospreciada por los gobernantes y políticos de turno.
El ser humano es una especie que no se ha conformado con recolectar el sustento diario; en un inconformismo sano ha tenido la capacidad de salir y transformar el mundo, poco a poco, hasta lo que hoy constituye nuestro entorno.
Orión y Telémaco, si los vemos dentro de un solo contexto, nos recuerdan que puede haber la misma actividad pero desarrollada de maneras distintas; y para quien observa, puede que sea la misma actividad, pero vista desde perspectivas diferentes y, por consiguiente, al comentarlas, haciendo énfasis en cualidades o particularidades distintas que corresponden a nuestros diferentes maneras de observar y de narrar el mismo hecho.
Así sucede con el sector privado guatemalteco. No nos referimos, en sentido estricto, al Sector Privado Organizado, SPO, esa élite empresarial estructurada en cámaras, sino en sentido bien amplio, con una gran latitud y, en general, a todas las personas que, no siendo parte de la estructura del Estado, se levantan todos los días a producir algo, desde quien vende chicles y golosinas en la calle, al vendedor de carbón, de granos o pescado en un mercado cantonal, o el que se las ingenia para comprar fruta bien temprano y salir a vender o proveer a clientes ya conocidos.
Normalmente son las autoridades de gobierno quienes tratan de llevarse el crédito por el buen desempeño del dinámico sector privado, muy a pesar de sus actuaciones, generalmente encaminadas a entorpecerlo, y a justificar por qué este no ha crecido, conforme a los indicadores que comparan las variables de un año con respecto al anterior o a los anteriores, cuando la mayoría de las veces, por no ser tajante e indicar que todas las veces, es culpa de funcionarios públicos locales o foráneos cuando las actividades productivas no crecen.
Comerse una zanahoria en la mesa implica planificación, preparación de la tierra, experiencia anterior, madrugadas sin feriados ni días festivos para limpiar de malezas, abonar, fumigar contra plagas, cosechar, lavar el producto de la cosecha con cuidado de no mojar las hojas para empacar, transportar a los grandes centros de acopio, distribuir a las ventas al por menor donde pueda que ya se introduzca, en la cadena, algún sistema de refrigeración, más transporte, nuevo empaque, más lavado y, finalmente, la preparación, que puede ser cruda o requerir cocción, sin mencionar quien elaboró la mesa, las sillas, el mantel, los cubiertos (si son importados, calculemos aseguradores, pasos por aduanas, más transporte, importadores, financiamientos bancarios, etc.).
¿Se imagina el lector los cientos o miles de personas que han intervenido cuando estamos a punto de tomarnos un caldo de patas rebosante de verduras, con su muñeco de tortillas y su bote de chile? ¡Detrás de un simple tazón de caldo está la simiente de nuestro dinámico sector privado!
Luego, cuando Guatemala está a punto de cerrar el año con un crecimiento en su economía de alrededor del 4% en su Producto Interno Bruto, PIB, (olvidémonos de las cifras por un momento, pues nos distraerían de la idea principal), es a esos pobres guatemaltecos que emigraron, por causas inherentes a la pobreza, que debemos agradecer un gran incremento en los envíos por remesas (aunque hay quiénes indican que esto no debiera ser parte del PIB guatemalteco, pues no se produce en el país, y quiénes señalan que este incremento pueda deberse al flujo de capitales de dudosa procedencia); o a los centenares de miles de cooperativistas que trabajan en el campo, de sol a sol, produciendo frutas, vegetales y mini vegetales.
Tenemos un país en crecimiento porque los empresarios del ramo textil y, en general, toda actividad relacionada con maquilar productos, no se dan por vencidos. Crecemos más que otros países porque, aquí, se innova, se arriesga, se invierte, se vencen obstáculos burocráticos, idiomáticos, tecnológicos, energéticos, de costos, de inseguridad, de transporte y hasta de tráfico, a pesar de las autoridades. No nos olvidamos de terremotos, huracanes, inundaciones, sequías y erupciones, que son parte de nuestra adversidad y que, también, estamos acostumbrados a doblegar.
Quisiéramos imaginar lo que sería este país si, alguna vez, el gobierno trabajara para fortalecer al sector productivo y para allanarle el camino a las inversiones facilitando trámites, creando infraestructura para hacer al país más competitivo, para integrar cada día más personas al sector industrializado, al de la prestación de servicios y, en general, al fortalecimiento de sectores en donde la remuneración es mejor que el jornal que se gana en el campo.
Habría qué imaginar cómo serían nuestros índices de crecimiento económico si la educación no fuese tan obsoleta y tradicional y estuviese enfocada en las nuevas tecnologías, en la formación de más jóvenes abiertos al mundo y no al pasado, con acento en desarrollar su creatividad más que su memoria para repetir, para aprender nuevos idiomas en lugar de viejas historias.
No nos referimos solamente al nivel básico, sino al tecnológico, donde se ha hecho un excelente papel que se podría quintuplicar, o el universitario, que todavía deja mucho qué desear, unas veces por elitista y otras por no estar enfocado en el ámbito que más futuro tiene a nivel global: el informático, el tecnológico, las ingenierías...
Siempre se ha dicho que lo más rico de Guatemala es su gente y su diversidad de culturas, y hoy que estamos por entrar al último año de un gobierno corrupto como pocos, que ha tomado medidas "idiotas" en contra de quienes producen cada vez que pueden, con un Congreso de la República totalmente vergonzoso, plagado de tránsfugas más interesados en el derecho de su nariz que en sus electores, que se han pasado la legislatura impidiendo hacer su trabajo a los Ministros pero rápido se ponen de acuerdo, opositores con el oficialismo, cuando hay dinero y prebendas de por medio.
Hoy, con gobernantes y legisladores traidores a sus electores y un sistema de justicia que parece no despegar, vemos con mayor claridad que la columna vertebral de este país no somos los políticos sino la gente que produce a pesar de la mayoría de ellos.
Hablar de Orión y de Telémaco es hablar de antiguos cazadores que pasaron a la historia por su condición de guerreros, con técnicas diferentes para conseguir lo que, quizás, eran, en sus mentes, los mismos proyectos. Fueron triunfadores porque nadie se recuerda de los perdedores. Tal como lo hace el sector privado, tanto el desorganizado como el organizado, que es triunfador utilizando lo que tenga a mano para conseguir sus propósitos.
Por otro lado, Homero pasó a la historia y se le da crédito por narrar las aventuras de otros personajes, tal como el gobierno actual pretende darse crédito por el sudor de la frente de millones de personas que nada tienen qué ver con él: otro caso de ultravaloración. Si hubiésemos tenido un buen gobierno estos últimos años, nuestro nivel de crecimiento sería realmente impresionante y el gobierno tendría suficientes recursos tributarios para funcionar sin más deuda, sin más hostigamiento, sin más idioteces de su parte.
La gran diferencia es que Homero está considerado todo un personaje, mientras que este gobierno y las figuras que lo componen pasarán, posiblemente, a ocupar lugares reservados en las cárceles y en la historia nefasta del país. Esto sería poner en su lugar a estos personajes que tan mal han servido a Guatemala.
Nosotros, por el momento, preferimos poner en su verdadero contexto al gran sector privado guatemalteco del cual somos parte, que con nuestras actividades productivas levantamos el buen nombre del país y con nuestros impuestos ayudamos a sostener todo el aparato del Estado.
¡Que viva el humilde campesino que pone comida en los mercados! ¡Que vivan los pequeños comerciantes que nos la acercan! ¡Que vivan los obreros que dan vigor a la producción de bienes para la nación y para la exportación! ¡Que vivan los trabajadores que atienden turistas, que sirven restaurantes, que prestan servicios médicos, que educan, que trabajan detrás de una máquina o de un escritorio produciendo y atendiendo personas! ¡Que vivan los empresarios y trabajadores del transporte de carga y colectivo, que mueven las mercaderías que producen dinero y mueven a las personas hasta arriesgando su vida!
En Guatemala, desde esta visión que hoy compartimos con quienes nos desean leer, se cumple lo que dice la biblia k'iché: Que todos se levanten, que se llame a todos, que no haya un grupo, ni dos grupos de entre nosotros que se quede atrás de los demás. En este espacio no podemos nombrar a todos los grupos productivos, pero los guatemaltecos estamos juntos, produciendo, muy a pesar de nuestros gobernantes y legisladores.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
martes, 2 de diciembre de 2014
LOS IMPUESTOS, EL ENDEUDAMIENTO Y EL PRESUPUESTO ENTRE EL DESARROLLO Y EL DESPILFARRO
Para quienes hacemos política sanamente y aspiramos al desarrollo de nuestros pueblos, los temas de impuestos, endeudamiento y presupuesto son simples medios dentro de actuaciones éticas, bien encaminadas hacia la búsqueda de mejores medios productivos, de mayores índices de salud, seguridad y educación y, en general, para que el nivel de vida de los más necesitados mejore en todo sentido y, al tener mayores y mejores oportunidades, nos volvamos un país de personas más productivas y orgullosas del esfuerzo de nuestro trabajo individual, del trabajo en equipo, como sociedad, y de la visión y hombría de bien de nuestros líderes.
Por el contrario, para quienes la política es únicamente el medio para enriquecerse a cualquier costa, sin importar muertes por desnutrición, crecimiento de la ignorancia y de los conglomerados de pobres y pobres en extremo de nuestra patria, poner nuevos y mayores impuestos, endeudar sin fin específico al país y aprobar presupuestos que solamente sirven para gastar en proyectos faraónicos que enriquecen a viles corruptos, sus familias y sus compinches de la iniciativa privada, esto es un fin, no un medio.
Durante mucho tiempo hemos insistido, cuando algo decimos en relación al tema impositivo, que antes que nada hay que arreglar nuestro sistema de compras y contrataciones (http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2010/02/reflexiones-alrededor-de-cualquier.html), elevar los niveles de transparencia para que, a su vez, crezca el nivel de confianza ciudadana en sus gobernantes, quienes son, por ende, los ejecutores de los recursos del Estado.
¡Que se oiga fuerte! ¡Que se oiga claro! No a la corrupción de unos funcionarios que no entienden la pobreza de nuestras mayorías. No a los políticos de turno que no aquilatan lo que vale el aporte de los contribuyentes al esfuerzo nacional y, sin vergüenza, prevarican una y otra vez. No al contubernio escandaloso y falto de moral de una oposición política prepotente, que cree que unas encuestar autofabricadas los hace ganadores del favor de las mayorías en el proceso electoral. ¡No y no a todos estos energúmenos viciados en un festín de miles de millones de quetzales o de dólares! ¡No al despilfarro de nuestros recursos!
Por el contrario, para quienes la política es únicamente el medio para enriquecerse a cualquier costa, sin importar muertes por desnutrición, crecimiento de la ignorancia y de los conglomerados de pobres y pobres en extremo de nuestra patria, poner nuevos y mayores impuestos, endeudar sin fin específico al país y aprobar presupuestos que solamente sirven para gastar en proyectos faraónicos que enriquecen a viles corruptos, sus familias y sus compinches de la iniciativa privada, esto es un fin, no un medio.
Durante mucho tiempo hemos insistido, cuando algo decimos en relación al tema impositivo, que antes que nada hay que arreglar nuestro sistema de compras y contrataciones (http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2010/02/reflexiones-alrededor-de-cualquier.html), elevar los niveles de transparencia para que, a su vez, crezca el nivel de confianza ciudadana en sus gobernantes, quienes son, por ende, los ejecutores de los recursos del Estado.
¡Que se oiga fuerte! ¡Que se oiga claro! No a la corrupción de unos funcionarios que no entienden la pobreza de nuestras mayorías. No a los políticos de turno que no aquilatan lo que vale el aporte de los contribuyentes al esfuerzo nacional y, sin vergüenza, prevarican una y otra vez. No al contubernio escandaloso y falto de moral de una oposición política prepotente, que cree que unas encuestar autofabricadas los hace ganadores del favor de las mayorías en el proceso electoral. ¡No y no a todos estos energúmenos viciados en un festín de miles de millones de quetzales o de dólares! ¡No al despilfarro de nuestros recursos!
martes, 25 de noviembre de 2014
EL MUNDO VIVE UNA ETAPA DE TRANSICIÓN
Un político, en el siglo XXI, no puede ser improvisado; tiene que cultivarse, salir de su entorno y nutrirse con lo que pasa en el mundo para poder, en su propio patio (y hasta en el traspatio de los países vecinos que viven experiencias similares), iluminar el camino con sus ideas, con la construcción de pensamientos que impulsen hacia un más elevado porvenir, bien fundamentados con la ayuda de los mejores autores que se puedan leer y consultar.
Para comprender la problemática de un país hay que conocer su historia, no porque se la ha leído simplemente sino porque se ha profundizado en ella, porque se ha comprendido y comprehendido, y nuestras categorías mentales se nutren de su análisis. Para comprender el mundo y estar en posibilidad de interactuar, hay que conocer muchas historias y, además, articularlas coherentemente.
Así es como vemos, con preocupación, lo que sucede en nuestro país, Guatemala; en nuestro entorno próximo: Centroamérica, México, Estados Unidos de América, EUA; y Sudamérica; y en otros escenarios más lejanos pero no menos importantes: la Unión Europea, UE; Rusia, el Oriente Medio y China, especialmente; con los conflictos puntuales de Ucrania, de Siria y el Palestino-Israelí.
El análisis político es minucioso, eminentemente intelectual y apoyado por una constante lectura de temas aparentemente no conectados pero que, de alguna manera, podemos vincular con otros acontecimientos, en una visión que sólo la experiencia y los dones de la naturaleza, dotándonos de una especie de olfato que no es precisamente de olores, hacen permisible.
Como centroamericanos podemos enunciar, al menos, que la actuación de EUA y la UE frente al independentismo pro-ruso de la península de Crimea, fue mal manejado (y lo sigue siendo), pues los líderes occidentales desconocen la historia y, por ende, la vinculación rusa al territorio. Las primeras reacciones (y por viscerales hay que ponerles más atención) del presidente ruso, Vladimir Putin, un líder con fama de estratega y de mantener la cabeza fría, son importantes de tomar en cuenta: la primera fue firmar un gigantesco convenio de compraventa de gas con China, por el orden de los US$.500.0 millardos; la segunda fue hacer un viaje a Latinoamérica, donde visitó lugares claves para los planes que ha de tener en mente: lo que publicitaron, Cuba, Argentina y Brasil; lo menos conocido: Nicaragua, donde sabemos, por informes de prensa (https://www.facebook.com/AsociacionEPM/photos/a.170711096332585.40894.155752224495139/687170891353267/?type=1) que dejó un importante apoyo militar de, por lo menos, US$.15.0 millones, los que incluyen fortalecer sus baterías antiaéreas. ¿Para qué? ¿Alguien se imagina a la Federación Rusa financiando la manera de interceptar narcoaviones en Nicaragua, en su camino hacia el gran mercado consumidor, el de EUA?
Es decir, para quienes ya vivimos en el pasado la guerra caliente en los países centroamericanos, la que produjo los muertos dentro del contexto de la Guerra Fría que las grandes potencias mantuvieron en los foros internacionales, el mensaje que recibimos es que el conflicto de Crimea (o de Ucrania), ha revivido la era de confrontación Este-Oeste en Centroamérica; y eso, para quienes vivimos acá o para quienes viven en la ruta entre Centroamérica y EUA, es preocupante.
Por otro lado, hay señales claras de que EUA, antiguo defensor de las débiles democracias, hoy juega un papel ambiguo con dos tipos de mensajes: los mensajes claros de que su gobierno es más afín a las políticas y los ideales socialistas, y los mensajes entre líneas de que, en nuestros países, ya no contamos con ellos; estamos solos pues, su agenda, en otros lugares, ha de ser más importante. Su visión geopolítica ha de priorizar otras cosas, olvidándose que nosotros, por simple posición geográfica, tenemos un valor intrínseco, como lo tiene Turquía para la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.
Podríamos abundar sobre los elementos que sustentan estas ideas pero, por el momento, no conviene externarlas por razones que, quizás, algún día demos a conocer. El silencio, en política, también es válido y estratégico.
El eje del poder mundial, entonces, ha sufrido un remezón. Esto es indudable. Estamos, como insinúa el título de este ensayo, en un proceso de ajuste de los grandes poderes del mundo y de la manera como vivimos en medio de las grandes tensiones que ocasionan algunas potencias económicas (olvidémonos, por un momento, del otro tipo de poderío: el militar).
Por otro lado, la degeneración de la guerra civil en Siria, que ha dado lugar al surgimiento de grupos radicales islámicos y a la supuesta fundación de un ente supranacional que sirva de base para la penetración mundial (que es lo que tocaría después), la cual ha venido provocando escenarios complejos, de inmensa crueldad y de gran insensibilidad por la vida humana, nos hace pensar en las predicciones de Michael de Nostradamus, las cuales no todos toman en serio, quien anticipó hace poco más de cuatro siglos que en nuestro tiempo se daría la 3ra. Guerra Mundial, una guerra que iba a durar alrededor de 27 años en donde las grandes ciudades son destruidas, Europa invadida por los musulmanes y el Papa obligado a cambiar su sede del Vaticano (la partición de Francia en dos, nos parece que es posterior, pero en este tema vemos su raíz).
Quién sabe si todo esto se dará en nuestra generación. El tiempo lo dirá. Lo importante de analizar es lo que está sucediendo, con centenares o quizás miles de jóvenes radicales dejando sus hogares en los países europeos para ir a participar de la "Guerra Santa", lo que está convirtiéndose en la formación de grandes brigadas de ciudadanos europeos, que parecen no comulgar con los valores democráticos del viejo continente, expertos en el manejo de las armas, en el combate callejero, en el exterminio de seres humanos que no creen o piensan como ellos y hasta de niños inocentes, en la violación y hasta compraventa de mujeres.
¿Alguien se ha puesto a pensar lo que significa que simples diez individuos con el corazón endurecido, dispuestos a degollar a cualquiera sin remordimiento, pueden hacer en una sola ciudad? ¿Y en la cantidad de idiotas que, por fanatismo, se convertirán en sus seguidores con el apoyo ingenuo de la prensa libre y el de la tecnología? La guerra por el poder, en Siria (e Irak), es el campo de entrenamiento de los combatientes del futuro en Occidente y, quizás, en otras partes del mundo oriental.
¡Pues sí! Esos veteranos de la guerra civil en Siria e Irak algún día van a regresar a sus respectivas comunidades llegando a contaminar ciudades y hasta países enteros en el nombre de un profeta que, a nuestro entender, no predicó la muerte ni la maldad. ¿Por qué no pensar que un desangramiento de Europa es posible en el mediano plazo? ¿Qué papel jugarán en todo esto las bombas sucias en territorio estadounidense?
Esto es lo que hace un tiempo predijo, también, Arnold Toynbee, al introducir el concepto de Choque de Civilizaciones que, años después, en 1993, desarrollara Samuel Huntington (mencionamos el año para contrastar que, en esa época, los escenarios que hoy vivimos, así como los que ya se vienen perfilando, eran hasta hace antes de esas publicaciones, y aún después poco probables), en donde el elemento religioso es preponderante dentro de la confrontación, la cual es inevitable, afirma este último autor, desplazando a los característicos conflictos ideológicos del siglo XX y, añadiríamos nosotros, hasta haciéndolos ver pequeños, como hoy miraríamos las Guerras Púnicas comparadas con las primeras dos Guerras Mundiales.
Como profesional del Derecho, como político y como aficionado a las ciencias sociales, algo que vemos, además, es que los paradigmas bajo los cuales hoy vivimos en democracia tendrán que cambiar, endureciéndose las leyes y hasta retomándose, en países abolicionistas, la pena de muerte ante tanto radicalismo de gente dispuesta a acabar con los demás (con nosotros), lo que solamente sucederá cuando la mayoría de actores políticos, especialmente los legisladores en cada país, entiendan que la redención de penas o esa segunda oportunidad para salir a convivir socialmente, de un delincuente condenado, no funciona para cierto tipo de personas (que lo son), y que la lucha callejera ha llegado a tal punto que exista una convicción de que, "o son ellos o somos nosotros".
Lo anterior, tarde o temprano, sucederá. Organismos multilaterales como la Organización de Naciones Unidas, ONU, con todo y su flamante Consejo Permanente de Seguridad, parecerá inútil, como lo será, también, todo el arsenal tecnológico que hoy vemos de última generación, pues los campos de batalla que aparecen en el horizonte son urbanos, en medio de barrios y suburbios de población civil indefensa, lo cual requerirá un enfoque distinto que prevemos complicado, prolongado y desgastante.
El mundo que vivimos, pues, transita entre unos años dorados en los que hubo guerras, sí, y millones de muertos y desplazados, pero que en nada se comparan con lo que cualquier análisis puede predecir para el futuro cercano, por su crueldad e impredecibilidad. De los bombardeos, en la Segunda Guerra Mundial, que destruyeron ciudades enteras, las personas podían escapar en los refugios subterráneos. Del terrorista que aceche casa por casa, cuchillo en mano, será más difícil. De ahí que el problema de las grandes migraciones y de los refugiados se intensificará, y la confusión por saber a dónde ir será tremenda y agobiante.
Así las cosas, no es aventurado predecir que China, Rusia y EUA se unirán, de alguna manera, para hacer frente común con la UE ante lo que podría convertirse en un verdadero baño de sangre, donde Francia podría ir, probablemente, a la cabeza, pues tiene la mayor población musulmana de Europa, seguida de Bélgica y Gran Bretaña, que han aportado la mayor parte de combatientes internacionales en Siria y ahora Irak, algo de lo que los mismos EUA no se han librado, por lo que nos atrevemos a visualizar que todo esto se generalizará en el viejo continente y habrá grandes problemas, también, en las ciudades estadounidenses, canadienses, australianas (por la firmeza con que han tratado de limitar o detener la migración musulmana) y hasta suecas, alemanas y holandesas, países que han admitido la migración de grandes contingentes de mano de obra y que ahora vienen a caer en cuenta que muchos de ellos no se integraron al país, no se sienten ligados al mismo y su sentimiento de pertenencia está regido por una religión sobre la cual ni su dinero ni sus instituciones tienen control.
El continente africano, nos atrevemos a prever, será también uno de los escenarios más violentos de la confrontación religiosa en donde, además, se podrían intensificar los viejos conflictos étnicos.
Lo que suceda con el conflicto Palestino-Israelí creemos que puede complicarse con la sumatoria de más países al mismo, especialmente Irán y su programa nuclear, aunque no descartamos la injerencia de otros Estados vecinos en la medida que puedan caer en manos de gobernantes radicales.
Gran peso tiene, también, Arabia Saudita, que en esta última bajada del precio internacional del petróleo ha tenido un papel activo, hasta preponderante, rompiendo la unanimidad de la Organización de Países Exportadores de Crudo, OPEC, manteniendo su producción en momentos en que baja la demanda, haciendo tambalear las economías de los grandes productores, como Rusia, Venezuela, Siria y los mismos pozos en manos de los radicales islámicos, lo cual pone a la mismísima familia real saudí en la mira de poderosos enemigos, lo cual podría tener consecuencias incalculables hoy día.
La contención del radicalismo islámico en Egipto, quién sabe si finalmente triunfará.
¿Qué papel jugarán Indonesia, el país musulmán más poblado de la Tierra pero con minorías cristianas? ¿O Pakistán, con casi 190 millones de musulmanes y con una historia de grandes tensiones con India, cuando se sabe que tiene más de 100 cabezas atómicas y un programa nuclear que data de 1971?
Así las cosas, solamente podemos encomendarnos a Dios y decir que la política local, en Guatemala, es más simple de lo que parece, con todo y la corrupción (que algún día ayudaremos a erradicar), los conflictos por los proyectos mineros y la injerencia interna de algunos países con su agenda propia en nuestros asuntos internos; y que los contendientes o aspirantes a la Presidencia, esos que se han venido robando la salida como si así fuesen a ganar, se ven pequeños, muy pequeños.
Una cosa es cierta; en un mundo en transición, como este, los líderes de nuestros países tienen que tener una relativa claridad de hacia dónde van los acontecimientos y, especialmente, los mercados en donde vendemos nuestros productos, pues de ellos depende la salud de nuestras pobres economías, la viabilidad de nuestras inversiones, la de los Estados mismos y el bienestar de la ciudadanía.
Para comprender la problemática de un país hay que conocer su historia, no porque se la ha leído simplemente sino porque se ha profundizado en ella, porque se ha comprendido y comprehendido, y nuestras categorías mentales se nutren de su análisis. Para comprender el mundo y estar en posibilidad de interactuar, hay que conocer muchas historias y, además, articularlas coherentemente.
Así es como vemos, con preocupación, lo que sucede en nuestro país, Guatemala; en nuestro entorno próximo: Centroamérica, México, Estados Unidos de América, EUA; y Sudamérica; y en otros escenarios más lejanos pero no menos importantes: la Unión Europea, UE; Rusia, el Oriente Medio y China, especialmente; con los conflictos puntuales de Ucrania, de Siria y el Palestino-Israelí.
El análisis político es minucioso, eminentemente intelectual y apoyado por una constante lectura de temas aparentemente no conectados pero que, de alguna manera, podemos vincular con otros acontecimientos, en una visión que sólo la experiencia y los dones de la naturaleza, dotándonos de una especie de olfato que no es precisamente de olores, hacen permisible.
Como centroamericanos podemos enunciar, al menos, que la actuación de EUA y la UE frente al independentismo pro-ruso de la península de Crimea, fue mal manejado (y lo sigue siendo), pues los líderes occidentales desconocen la historia y, por ende, la vinculación rusa al territorio. Las primeras reacciones (y por viscerales hay que ponerles más atención) del presidente ruso, Vladimir Putin, un líder con fama de estratega y de mantener la cabeza fría, son importantes de tomar en cuenta: la primera fue firmar un gigantesco convenio de compraventa de gas con China, por el orden de los US$.500.0 millardos; la segunda fue hacer un viaje a Latinoamérica, donde visitó lugares claves para los planes que ha de tener en mente: lo que publicitaron, Cuba, Argentina y Brasil; lo menos conocido: Nicaragua, donde sabemos, por informes de prensa (https://www.facebook.com/AsociacionEPM/photos/a.170711096332585.40894.155752224495139/687170891353267/?type=1) que dejó un importante apoyo militar de, por lo menos, US$.15.0 millones, los que incluyen fortalecer sus baterías antiaéreas. ¿Para qué? ¿Alguien se imagina a la Federación Rusa financiando la manera de interceptar narcoaviones en Nicaragua, en su camino hacia el gran mercado consumidor, el de EUA?
Es decir, para quienes ya vivimos en el pasado la guerra caliente en los países centroamericanos, la que produjo los muertos dentro del contexto de la Guerra Fría que las grandes potencias mantuvieron en los foros internacionales, el mensaje que recibimos es que el conflicto de Crimea (o de Ucrania), ha revivido la era de confrontación Este-Oeste en Centroamérica; y eso, para quienes vivimos acá o para quienes viven en la ruta entre Centroamérica y EUA, es preocupante.
Por otro lado, hay señales claras de que EUA, antiguo defensor de las débiles democracias, hoy juega un papel ambiguo con dos tipos de mensajes: los mensajes claros de que su gobierno es más afín a las políticas y los ideales socialistas, y los mensajes entre líneas de que, en nuestros países, ya no contamos con ellos; estamos solos pues, su agenda, en otros lugares, ha de ser más importante. Su visión geopolítica ha de priorizar otras cosas, olvidándose que nosotros, por simple posición geográfica, tenemos un valor intrínseco, como lo tiene Turquía para la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.
Podríamos abundar sobre los elementos que sustentan estas ideas pero, por el momento, no conviene externarlas por razones que, quizás, algún día demos a conocer. El silencio, en política, también es válido y estratégico.
El eje del poder mundial, entonces, ha sufrido un remezón. Esto es indudable. Estamos, como insinúa el título de este ensayo, en un proceso de ajuste de los grandes poderes del mundo y de la manera como vivimos en medio de las grandes tensiones que ocasionan algunas potencias económicas (olvidémonos, por un momento, del otro tipo de poderío: el militar).
Por otro lado, la degeneración de la guerra civil en Siria, que ha dado lugar al surgimiento de grupos radicales islámicos y a la supuesta fundación de un ente supranacional que sirva de base para la penetración mundial (que es lo que tocaría después), la cual ha venido provocando escenarios complejos, de inmensa crueldad y de gran insensibilidad por la vida humana, nos hace pensar en las predicciones de Michael de Nostradamus, las cuales no todos toman en serio, quien anticipó hace poco más de cuatro siglos que en nuestro tiempo se daría la 3ra. Guerra Mundial, una guerra que iba a durar alrededor de 27 años en donde las grandes ciudades son destruidas, Europa invadida por los musulmanes y el Papa obligado a cambiar su sede del Vaticano (la partición de Francia en dos, nos parece que es posterior, pero en este tema vemos su raíz).
Quién sabe si todo esto se dará en nuestra generación. El tiempo lo dirá. Lo importante de analizar es lo que está sucediendo, con centenares o quizás miles de jóvenes radicales dejando sus hogares en los países europeos para ir a participar de la "Guerra Santa", lo que está convirtiéndose en la formación de grandes brigadas de ciudadanos europeos, que parecen no comulgar con los valores democráticos del viejo continente, expertos en el manejo de las armas, en el combate callejero, en el exterminio de seres humanos que no creen o piensan como ellos y hasta de niños inocentes, en la violación y hasta compraventa de mujeres.
¿Alguien se ha puesto a pensar lo que significa que simples diez individuos con el corazón endurecido, dispuestos a degollar a cualquiera sin remordimiento, pueden hacer en una sola ciudad? ¿Y en la cantidad de idiotas que, por fanatismo, se convertirán en sus seguidores con el apoyo ingenuo de la prensa libre y el de la tecnología? La guerra por el poder, en Siria (e Irak), es el campo de entrenamiento de los combatientes del futuro en Occidente y, quizás, en otras partes del mundo oriental.
¡Pues sí! Esos veteranos de la guerra civil en Siria e Irak algún día van a regresar a sus respectivas comunidades llegando a contaminar ciudades y hasta países enteros en el nombre de un profeta que, a nuestro entender, no predicó la muerte ni la maldad. ¿Por qué no pensar que un desangramiento de Europa es posible en el mediano plazo? ¿Qué papel jugarán en todo esto las bombas sucias en territorio estadounidense?
Esto es lo que hace un tiempo predijo, también, Arnold Toynbee, al introducir el concepto de Choque de Civilizaciones que, años después, en 1993, desarrollara Samuel Huntington (mencionamos el año para contrastar que, en esa época, los escenarios que hoy vivimos, así como los que ya se vienen perfilando, eran hasta hace antes de esas publicaciones, y aún después poco probables), en donde el elemento religioso es preponderante dentro de la confrontación, la cual es inevitable, afirma este último autor, desplazando a los característicos conflictos ideológicos del siglo XX y, añadiríamos nosotros, hasta haciéndolos ver pequeños, como hoy miraríamos las Guerras Púnicas comparadas con las primeras dos Guerras Mundiales.
Como profesional del Derecho, como político y como aficionado a las ciencias sociales, algo que vemos, además, es que los paradigmas bajo los cuales hoy vivimos en democracia tendrán que cambiar, endureciéndose las leyes y hasta retomándose, en países abolicionistas, la pena de muerte ante tanto radicalismo de gente dispuesta a acabar con los demás (con nosotros), lo que solamente sucederá cuando la mayoría de actores políticos, especialmente los legisladores en cada país, entiendan que la redención de penas o esa segunda oportunidad para salir a convivir socialmente, de un delincuente condenado, no funciona para cierto tipo de personas (que lo son), y que la lucha callejera ha llegado a tal punto que exista una convicción de que, "o son ellos o somos nosotros".
Lo anterior, tarde o temprano, sucederá. Organismos multilaterales como la Organización de Naciones Unidas, ONU, con todo y su flamante Consejo Permanente de Seguridad, parecerá inútil, como lo será, también, todo el arsenal tecnológico que hoy vemos de última generación, pues los campos de batalla que aparecen en el horizonte son urbanos, en medio de barrios y suburbios de población civil indefensa, lo cual requerirá un enfoque distinto que prevemos complicado, prolongado y desgastante.
El mundo que vivimos, pues, transita entre unos años dorados en los que hubo guerras, sí, y millones de muertos y desplazados, pero que en nada se comparan con lo que cualquier análisis puede predecir para el futuro cercano, por su crueldad e impredecibilidad. De los bombardeos, en la Segunda Guerra Mundial, que destruyeron ciudades enteras, las personas podían escapar en los refugios subterráneos. Del terrorista que aceche casa por casa, cuchillo en mano, será más difícil. De ahí que el problema de las grandes migraciones y de los refugiados se intensificará, y la confusión por saber a dónde ir será tremenda y agobiante.
Así las cosas, no es aventurado predecir que China, Rusia y EUA se unirán, de alguna manera, para hacer frente común con la UE ante lo que podría convertirse en un verdadero baño de sangre, donde Francia podría ir, probablemente, a la cabeza, pues tiene la mayor población musulmana de Europa, seguida de Bélgica y Gran Bretaña, que han aportado la mayor parte de combatientes internacionales en Siria y ahora Irak, algo de lo que los mismos EUA no se han librado, por lo que nos atrevemos a visualizar que todo esto se generalizará en el viejo continente y habrá grandes problemas, también, en las ciudades estadounidenses, canadienses, australianas (por la firmeza con que han tratado de limitar o detener la migración musulmana) y hasta suecas, alemanas y holandesas, países que han admitido la migración de grandes contingentes de mano de obra y que ahora vienen a caer en cuenta que muchos de ellos no se integraron al país, no se sienten ligados al mismo y su sentimiento de pertenencia está regido por una religión sobre la cual ni su dinero ni sus instituciones tienen control.
El continente africano, nos atrevemos a prever, será también uno de los escenarios más violentos de la confrontación religiosa en donde, además, se podrían intensificar los viejos conflictos étnicos.
Lo que suceda con el conflicto Palestino-Israelí creemos que puede complicarse con la sumatoria de más países al mismo, especialmente Irán y su programa nuclear, aunque no descartamos la injerencia de otros Estados vecinos en la medida que puedan caer en manos de gobernantes radicales.
Gran peso tiene, también, Arabia Saudita, que en esta última bajada del precio internacional del petróleo ha tenido un papel activo, hasta preponderante, rompiendo la unanimidad de la Organización de Países Exportadores de Crudo, OPEC, manteniendo su producción en momentos en que baja la demanda, haciendo tambalear las economías de los grandes productores, como Rusia, Venezuela, Siria y los mismos pozos en manos de los radicales islámicos, lo cual pone a la mismísima familia real saudí en la mira de poderosos enemigos, lo cual podría tener consecuencias incalculables hoy día.
La contención del radicalismo islámico en Egipto, quién sabe si finalmente triunfará.
¿Qué papel jugarán Indonesia, el país musulmán más poblado de la Tierra pero con minorías cristianas? ¿O Pakistán, con casi 190 millones de musulmanes y con una historia de grandes tensiones con India, cuando se sabe que tiene más de 100 cabezas atómicas y un programa nuclear que data de 1971?
Así las cosas, solamente podemos encomendarnos a Dios y decir que la política local, en Guatemala, es más simple de lo que parece, con todo y la corrupción (que algún día ayudaremos a erradicar), los conflictos por los proyectos mineros y la injerencia interna de algunos países con su agenda propia en nuestros asuntos internos; y que los contendientes o aspirantes a la Presidencia, esos que se han venido robando la salida como si así fuesen a ganar, se ven pequeños, muy pequeños.
Una cosa es cierta; en un mundo en transición, como este, los líderes de nuestros países tienen que tener una relativa claridad de hacia dónde van los acontecimientos y, especialmente, los mercados en donde vendemos nuestros productos, pues de ellos depende la salud de nuestras pobres economías, la viabilidad de nuestras inversiones, la de los Estados mismos y el bienestar de la ciudadanía.
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miércoles, 19 de noviembre de 2014
LOS EXPERIMENTOS GUATEMALTECOS: EL CASO DE LAS ADOPCIONES
Guatemala ha sido campo fértil, como conejillo de Indias, para los experimentos políticos financiados desde el extranjero, aventuras que no siempre han dado buenos resultados.
Es innegable que en 1994 hubo un avance cuando se instauraron los procesos penales orales, pero al eliminar los juzgados de paz, que le proporcionaban un acceso cercano a cierto tipo de justicia a las comunidades rurales, lo que propiciaron, frente a la desesperación por no obtenerla, fue el fenómeno de los linchamientos de personas, las que no siempre merecían un final como el que recibieron.
También ha habido experimentos fomentados desde adentro, como la creación de la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT, a la cual, tímidamente, no se le dio la autonomía necesaria y se le fijan metas, políticamente, de lo que debiera ser eminentemente técnico, y descuidaron totalmente su conformación interna, al grado que hoy es peor que una Torre de Babel, esa construcción que pasó a la historia porque los operarios no se entendían entre sí, y decimos peor porque las últimas revelaciones indican que no sólo no se entienden, hasta con sistemas informáticos independientes y no conectados entre sí sino, los feudos creados durante estos quince años, los tienen enfrentados en una lucha sorda, casi imperceptible, en reparticiones de poder que tocan a las más altas esferas del poder.
Uno de los experimentos políticos financiados desde el exterior y defendido a ultranza por algunos connacionales es el de las adopciones. No se le ocurra al lector confundirnos con el comercio de niños, que es distinto y desde ya abominamos; el caso es que, por frenar un fenómeno que rebasaba no sólo a las autoridades sino a los mínimos valores humanos, la presión internacional por legislar en el sentido que los burócratas y activistas de escritorio de los países nórdicos requerían, sin conocer nuestra realidad de carne y hueso, los impulsaron a aprobar las leyes que, hoy, le frustraron las oportunidades de desarrollarse a miles de niños que, en nuestro país, no tienen quién vele por ellos.
El colmo pareciera ser que Estados Unidos de América, EUA, uno de los financistas e impulsores de esa ley, hoy protesta y exige que se resuelvan las adopciones a favor de familias estadounidenses que han de estar pataleando en la Embajada de ese país porque tienen años de hacer trámites, de gastar dinero en viajes y en hoteles, y de mantener una relación de padres e hijos con los niños que, de cuando en cuando, tienen que volver a abandonar en el orfanato y continuar con la pesadilla de los expedientes, a la caza de la resolución que les permita abandonar el país con el niño al cual van a cuidar, para nunca más querer volver.
Pero ese no es el colmo. Este lo constituye el hecho de que varios expedientes se han cerrado porque las personas que iban a ser adoptadas ya cumplieron la mayoría de edad. ¿No es esto una muestra evidente que la bella institución que crearon los romanos no opera? ¿No es esto una muestra de lo patética que es la situación?
El otro colmo es que EUA financió y apoyó una ley de adopción que no funciona en un país pobre (donde hace décadas hasta pudieron hacer pruebas de contaminación de enfermedades sexuales con seres humanos), sin oportunidades, y ahora se queja "y no se explica" por qué los niños y jóvenes se atreven a desafiar a la muerte para irse a internar, aunque sea ilegalmente, a su territorio.
Las cosas en su contexto: el comercio de seres humanos, sean de la edad que sean, debe ser severamente sancionado, tanto económica como penalmente; pero la adopción internacional es algo urgente de revisarse, y no por apoyar a las familias en su desesperación por lo interminable de los trámites, sino por los niños y niñas de este país.
¿Alguien se ha puesto en la situación de estos niños que son visitados constantemente por sus posibles padres adoptivos y nuevamente abandonados en el orfanato con la promesa de regresar, así durante años? ¿Es esto justo para esos pequeños guatemaltecos que esperan algo mejor de nosotros, los adultos que sí estamos en condiciones de entender su dolor y sus sufrimientos?
Lo que existe por la relación de estas familias que desean adoptar y los niños que los llegan a conocer, es cariño, es amor, y la frialdad de nuestras instancias legales, para variar, funcionan en el sentido contrario a lo que debiera ser. ¿Adónde quedó el sentido común?
Desde este espacio siempre hemos abogado por quienes hemos denominado "los sin voz". Si algunos no tienen voz en nuestro país son los niños huérfanos, especialmente quienes están encerrados permanentemente en instituciones públicas, por eso recogemos su sentimiento, lo hacemos nuestro y lo proyectamos al resto de la sociedad: ¡Es urgente hacer algo al respecto!
Es innegable que en 1994 hubo un avance cuando se instauraron los procesos penales orales, pero al eliminar los juzgados de paz, que le proporcionaban un acceso cercano a cierto tipo de justicia a las comunidades rurales, lo que propiciaron, frente a la desesperación por no obtenerla, fue el fenómeno de los linchamientos de personas, las que no siempre merecían un final como el que recibieron.
También ha habido experimentos fomentados desde adentro, como la creación de la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT, a la cual, tímidamente, no se le dio la autonomía necesaria y se le fijan metas, políticamente, de lo que debiera ser eminentemente técnico, y descuidaron totalmente su conformación interna, al grado que hoy es peor que una Torre de Babel, esa construcción que pasó a la historia porque los operarios no se entendían entre sí, y decimos peor porque las últimas revelaciones indican que no sólo no se entienden, hasta con sistemas informáticos independientes y no conectados entre sí sino, los feudos creados durante estos quince años, los tienen enfrentados en una lucha sorda, casi imperceptible, en reparticiones de poder que tocan a las más altas esferas del poder.
Uno de los experimentos políticos financiados desde el exterior y defendido a ultranza por algunos connacionales es el de las adopciones. No se le ocurra al lector confundirnos con el comercio de niños, que es distinto y desde ya abominamos; el caso es que, por frenar un fenómeno que rebasaba no sólo a las autoridades sino a los mínimos valores humanos, la presión internacional por legislar en el sentido que los burócratas y activistas de escritorio de los países nórdicos requerían, sin conocer nuestra realidad de carne y hueso, los impulsaron a aprobar las leyes que, hoy, le frustraron las oportunidades de desarrollarse a miles de niños que, en nuestro país, no tienen quién vele por ellos.
El colmo pareciera ser que Estados Unidos de América, EUA, uno de los financistas e impulsores de esa ley, hoy protesta y exige que se resuelvan las adopciones a favor de familias estadounidenses que han de estar pataleando en la Embajada de ese país porque tienen años de hacer trámites, de gastar dinero en viajes y en hoteles, y de mantener una relación de padres e hijos con los niños que, de cuando en cuando, tienen que volver a abandonar en el orfanato y continuar con la pesadilla de los expedientes, a la caza de la resolución que les permita abandonar el país con el niño al cual van a cuidar, para nunca más querer volver.
Pero ese no es el colmo. Este lo constituye el hecho de que varios expedientes se han cerrado porque las personas que iban a ser adoptadas ya cumplieron la mayoría de edad. ¿No es esto una muestra evidente que la bella institución que crearon los romanos no opera? ¿No es esto una muestra de lo patética que es la situación?
El otro colmo es que EUA financió y apoyó una ley de adopción que no funciona en un país pobre (donde hace décadas hasta pudieron hacer pruebas de contaminación de enfermedades sexuales con seres humanos), sin oportunidades, y ahora se queja "y no se explica" por qué los niños y jóvenes se atreven a desafiar a la muerte para irse a internar, aunque sea ilegalmente, a su territorio.
Las cosas en su contexto: el comercio de seres humanos, sean de la edad que sean, debe ser severamente sancionado, tanto económica como penalmente; pero la adopción internacional es algo urgente de revisarse, y no por apoyar a las familias en su desesperación por lo interminable de los trámites, sino por los niños y niñas de este país.
¿Alguien se ha puesto en la situación de estos niños que son visitados constantemente por sus posibles padres adoptivos y nuevamente abandonados en el orfanato con la promesa de regresar, así durante años? ¿Es esto justo para esos pequeños guatemaltecos que esperan algo mejor de nosotros, los adultos que sí estamos en condiciones de entender su dolor y sus sufrimientos?
Lo que existe por la relación de estas familias que desean adoptar y los niños que los llegan a conocer, es cariño, es amor, y la frialdad de nuestras instancias legales, para variar, funcionan en el sentido contrario a lo que debiera ser. ¿Adónde quedó el sentido común?
Desde este espacio siempre hemos abogado por quienes hemos denominado "los sin voz". Si algunos no tienen voz en nuestro país son los niños huérfanos, especialmente quienes están encerrados permanentemente en instituciones públicas, por eso recogemos su sentimiento, lo hacemos nuestro y lo proyectamos al resto de la sociedad: ¡Es urgente hacer algo al respecto!
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lunes, 17 de noviembre de 2014
MÉXICO. EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA ESCONDIDA.
Comencemos por lamentar y por ponernos del lado de la ciudadanía mexicana que, hoy, lamenta la desaparición de varias decenas de estudiantes, uno de los macabros episodios que a nuestras sociedades está tocando vivir, una expresión que no llega al día siguiente pero que ha estado en el fondo de nuestros sentimientos. Es inaudito lo sucedido.
Dentro del curso de las investigaciones surgió una fosa común donde aparecieron los restos de otros veintitantos seres humanos; ¿y cuál ha sido la reacción? Que por los resultados de las pruebas de ADN se demuestra que no son los estudiantes desaparecidos. ¡Nada más! ¿Es que nadie se pregunta quiénes son y de dónde salieron?
Lo más seguro es que se trate de migrantes centroamericanos, de esos que, yendo en grupo, no se conocían entre sí, de manera que les pudo haber pasado lo mismo y no hubo un conglomerado social que, al unísono, los reclamara, pero tuvieron exactamente el mismo fin.
¿Por qué nadie se cuestiona de dónde salieron esos cuerpos y quiénes son los responsables de una gran matanza que, por lo impactante de la otra noticia, parece secundaria pero no lo es?
Es que, desde afuera, da la impresión que la ciudadanía mexicana todavía tiene adormecida la conciencia, y el suceso de los estudiantes parece que la ha venido a despertar, pero sólo a medias.
Las señales de que algo terrible viene pasado han sido claras. Ahí están los muertos de San Fernando, Tamaulipas, descubiertos en una fosa común en agosto de 2010 (aquí algo de lo que, en su oportunidad, dijimos en la Asamblea Plenaria del Parlamento Centroamericano, donde se trató el tema con participación de los observadores mexicanos: http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2010/09/una-posicion-politica-en-el-contexto-de.html).
El mundo está cambiando y, por el momento, parece que fueran tomando control los más violentos, pero esa conciencia colectiva tiene que despertar para asumir roles más activos frente a una problemática que, si hoy le pegó a otros (porque son migrantes o porque son los hijos de alguien más), nos puede pegar duro, en el seno de nuestras propias familias.
La ciudadanía, sea mexicana o de cualquier lugar del mundo, tiene que estar siempre atenta a este tipo de señales. No entendemos cómo, apareciendo fosas con cuerpos masacrados, somos capaces de pensar que eso es cosa del estado vecino, del departamento vecino o del municipio vecino, cuando los engendros del mal andan sueltos, se creen amos de todo y de todos y no hay cohesión, entre autoridades y sociedad civil, para enfrentar el problema.
Recordemos que los estudiantes desaparecidos y las personas cuyos cuerpos aparecieron en otra fosa común, de tantas, tienen hermanos, padres, madres, abuelos, primos, novias, y si unos sufren en grupo y piden respuestas, los otros también las esperan en su soledad, pero tienen el mismo derecho a obtenerlas.
Que estas pocas líneas sentidas coadyuven para que llegue a oídos de las autoridades que investigan sobre la ecuanimidad y el respeto que todos se merecen ante el dolor que este tipo de tragedias representan.
Desde acá acompañamos a todos aquellos familiares que no saben del paradero de algún familiar.
Dentro del curso de las investigaciones surgió una fosa común donde aparecieron los restos de otros veintitantos seres humanos; ¿y cuál ha sido la reacción? Que por los resultados de las pruebas de ADN se demuestra que no son los estudiantes desaparecidos. ¡Nada más! ¿Es que nadie se pregunta quiénes son y de dónde salieron?
Lo más seguro es que se trate de migrantes centroamericanos, de esos que, yendo en grupo, no se conocían entre sí, de manera que les pudo haber pasado lo mismo y no hubo un conglomerado social que, al unísono, los reclamara, pero tuvieron exactamente el mismo fin.
¿Por qué nadie se cuestiona de dónde salieron esos cuerpos y quiénes son los responsables de una gran matanza que, por lo impactante de la otra noticia, parece secundaria pero no lo es?
Es que, desde afuera, da la impresión que la ciudadanía mexicana todavía tiene adormecida la conciencia, y el suceso de los estudiantes parece que la ha venido a despertar, pero sólo a medias.
Las señales de que algo terrible viene pasado han sido claras. Ahí están los muertos de San Fernando, Tamaulipas, descubiertos en una fosa común en agosto de 2010 (aquí algo de lo que, en su oportunidad, dijimos en la Asamblea Plenaria del Parlamento Centroamericano, donde se trató el tema con participación de los observadores mexicanos: http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2010/09/una-posicion-politica-en-el-contexto-de.html).
El mundo está cambiando y, por el momento, parece que fueran tomando control los más violentos, pero esa conciencia colectiva tiene que despertar para asumir roles más activos frente a una problemática que, si hoy le pegó a otros (porque son migrantes o porque son los hijos de alguien más), nos puede pegar duro, en el seno de nuestras propias familias.
La ciudadanía, sea mexicana o de cualquier lugar del mundo, tiene que estar siempre atenta a este tipo de señales. No entendemos cómo, apareciendo fosas con cuerpos masacrados, somos capaces de pensar que eso es cosa del estado vecino, del departamento vecino o del municipio vecino, cuando los engendros del mal andan sueltos, se creen amos de todo y de todos y no hay cohesión, entre autoridades y sociedad civil, para enfrentar el problema.
Recordemos que los estudiantes desaparecidos y las personas cuyos cuerpos aparecieron en otra fosa común, de tantas, tienen hermanos, padres, madres, abuelos, primos, novias, y si unos sufren en grupo y piden respuestas, los otros también las esperan en su soledad, pero tienen el mismo derecho a obtenerlas.
Que estas pocas líneas sentidas coadyuven para que llegue a oídos de las autoridades que investigan sobre la ecuanimidad y el respeto que todos se merecen ante el dolor que este tipo de tragedias representan.
Desde acá acompañamos a todos aquellos familiares que no saben del paradero de algún familiar.
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lunes, 10 de noviembre de 2014
NO ES DEBILIDAD TRIBUTARIA. ES DESMADRE ADMINISTRATIVO
La publicación de hoy del suplemento Mundo Económico de Prensa Libre http://www.prensalibre.com/economia/recaudacion-gasto_publico_0_1244875634.html nos invita a hacer las presentes reflexiones:
1. La recaudación de impuestos en Guatemala, salvo el año 2009 en que pegó más duro la crisis financiera internacional y se consolidaba el desmadre administrativo del gobierno de Álvaro Colom, ha sido consistentemente creciente. Si en 2006 los ingresos fueron del orden de Q.27.2381 millardos y este año se esperan recaudar Q.49 millardos, no hay argumento sólido en contra, aunque la prensa caiga en la trampa de repetir lo que los malos gobernantes de turno, ávidos de más dinero, dicen constantemente faltando a la verdad.
2. No es el gasto público el que se pone en riesgo, sino los programas sobredimensionados que algunos políticos, en el ejercicio de sus respectivos cargos (en el Organismo Ejecutivo, en el Organismo Legislativo, desde la mayoría de municipalidades y desde la Universidad de San Carlos y sindicatos, y hasta desde el contubernio de la iniciativa privada), se han dado en aprobar, obviando el hecho de que los ingresos del Estado son limitados, y nuestra capacidad de endeudamiento, también.
3. Es muy fácil echarle la culpa a las impugnaciones a la última reforma tributaria, pero si los cambios a la legislación que norma lo relativo a los impuestos hubiese sido bien hecha, y no el galimatías y las "fumadas" que, a la carrera, aprobó un Congreso de la República servil e irreflexivo a principios de 2012, otra cosa sería. Debemos comenzar por reconocer que todo Estado necesita de los impuestos, pero nunca hay que perder el balance entre lo que puede ser enmarcado dentro de lo legal (constitucionalmente), el sentido común pero, especialmente, el respeto a la ciudadanía.
4. Antes de hablarse de reforma tributaria, los contribuyentes necesitan que nuestras autoridades fomenten un cambio radical en lo que respecta a compras y contrataciones. De nada sirve que tributemos más y que endeuden hasta la décima generación de no natos, si no hay inversión, si no queda obra, si no mejora la infraestructura del país y las condiciones de vida de la gente. Este es un problema de fondo de los más grandes, y hay que dar señales claras de atajarlo antes de exigir más impuestos del ciudadano.
5. Insistimos en que el divorcio entre Ministerio de Finanzas y Superintendencia de Administración Tributaria hay que zanjarlo y poner a trabajar a cada quién en lo suyo, sin interferencias, o repensar el modelo "experimental" que viene funcionando desde finales del siglo pasado, y cambiarlo por uno que funcione.
6. La carga impuesta a quienes ya tributamos, de auditar los estados que se presentan, solamente fue una clara prebenda para el gremio de los Auditores Públicos, de donde provino la iniciativa que se convirtió en ley, y no vino a mejorar en nada la recaudación. Las autoridades deben ser más creativas y aprovechar los adelantos tecnológicos para auditar en tiempo real, y no obligar a quien ya paga impuestos a contratar más personal para, finalmente, entregar al ente recaudador la opinión personal de alguien sobre la opinión de otra persona. Hay que darle valor al trabajo que hacen decenas de miles de contadores y revisar más por el área de los inventarios, que obligar a la gente a gastar más para mantener sus declaraciones al día.
7. El clima de negocios tan turbio que produce un gobierno dedicado a ver cómo se gasta hasta el dinero que no ha logrado recaudar, y la criminalización que hace el ente recaudador del ciudadano que contribuye, en nada ayudan a que la economía del país capte más inversiones, genere mayores niveles de empleo y, por ende, impulse los niveles de consumo y, al crecer el Producto Interno Bruto, PIB, lo haga también el nivel de captación de recursos para el Estado. Pongamos un gobierno que entienda esta premisa y que deje a todo el mundo ponerse a producir sin sentirse perseguido, y la captación de ingresos tributarios subirá por encima de los niveles porcentuales históricos.
8. El liderazgo poniendo orden en los aumentos de sueldo de los funcionarios, en las compras y contrataciones superfluas y amañadas, en los despilfarros en viajes y viáticos, en las negociaciones de pactos colectivos y un largo etcétera de cuestiones que son mal vistas y bien interpretadas por los ciudadanos que contribuyen a la cosa pública, cada días más exasperados de declarar ingresos y pagar impuestos a sabiendas que están contribuyendo al "desmadre", tiene que darse antes de tener la altura moral de hablar de que el ciudadano no paga, que se necesita más dinero del contribuyente o endeudar al país entero. Urge que surja un liderazgo que entienda esta premisa y se ponga del lado del gran empleador: el ciudadano votante.
9. Las declaraciones de los organismos multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional, FMI, el Banco Mundial, BM, o el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, todas vienen cargadas y lo que hacen es tratar de impulsar la carga impositiva, para arriba, porque actúan, antes que de buenos consejeros, en su calidad de acreedores soberanos del Estado, y su interés está no sólo en asegurarse un repago de lo ya prestado, sino en seguir colocando su dinero en nuestros países, razón por la cual, a pesar de que parecen provenir con absoluta buena fe y técnicamente sustentadas, hay que tener cuidado con ellas y tener siempre en mente, en primer lugar, los intereses del país a la hora de tomar decisiones de fondo.
10. Por último para efectos de este ensayo, para no cansar a los lectores, nos sumamos a quienes sabemos y entendemos que Guatemala es un país sui generis para efectos de medir la tasa impositiva, pues no es la totalidad de la población económicamente activa la que contribuye, sino una parte de ella, y tampoco es cuestión de meter a todo el mundo, como algunos quisieran, a pagar impuestos, pues la pobreza es agobiante y se hace necesario un proceso de educación, desde la niñez, para cambiar las estructuras de producción en el campo y, así, dentro de una, dos o más generaciones, poder comenzar a hablar que, aquí, todos pagamos impuestos. Pretender subir la tasa impositiva sin entender estas diferencias es castigar, innecesariamente, a un sector productivo que es ejemplar y que, a pesar de los gobiernos y las legislaturas que ha tenido, sigue produciendo y haciendo crecer al país.
Ojalá se dé la oportunidad de exponer bien estas ideas, algún día, y que quien nos gobierne, a partir de 2016, no sea un personaje de escritorio sino conozca las comunidades del interior tanto como la dinámica de las clases urbanas, las haga suyas y actúe en consecuencia.
viernes, 10 de octubre de 2014
LA EDUCACIÓN COMO LAS NUBES EN LA SEGUNDA GUATEMALA
Hace un par de días estuvimos acompañando, por gentil invitación, a conmemorar el XXXV aniversario de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, ASÍES, actividad que sirviera de marco para hacer ver la cantidad de temas y publicaciones en las que ha estado envuelto este tanque de pensamiento en Guatemala.
Entre las presentaciones estuvo la de la licenciada Cynthia del Águila, quien no sólo es miembro de la Asociación sino es la actual Ministra de Educación, quien tuvo a cargo exponer lo que dicha entidad, durante décadas, ha aportado, en el campo de las ideas, al sistema de educación del país.
Mientras escuchábamos su interesante presentación meditábamos que, aún cuando detrás de muchas de estas ideas, valiosas en su momento, y de lo que la misma Ministra está haciendo, no puede haber más que los mejores aportes y buena fe de estos buenos profesionales guatemaltecos, los resultados en el campo, sin necesidad de hacer muchas comparaciones acerca de lo que se hace en otros países, todavía vienen siendo desastrosos.
Se nos ocurre que lo que sucede es que tenemos un pensum general para un país dividido, para dos Guatemalas distintas, y si a veces es difícil que los niños y jóvenes que viven en los centros urbanos cumplan con esos requerimientos educativos, las tasas de repitencia escolar lo dicen todo, no hemos sido lo suficientemente creativos para esos niños y niñas pobres, del interior del país, en donde poner algo en el estómago en la mañana y trasladarse al centro de estudio ya constituyen, de por sí, una gran proeza.
Es que la pobreza de nuestra gente linda del interior es una enorme limitación para la manera como, desde los escritorios de la capital, con todo y el apoyo de este tipo de tanques de pensamiento, hemos venido enfocando y aplicando la metodología para educar.
Por eso no nos referimos a la juventud anteriormente, pues merece considerársele por aparte, ya que si nos ponemos en los zapatos de un adolescente pobre que desea aprender, la presión es todavía mayor, pues no sólo habrá tenido que vencer los anteriores obstáculos y ganar sus cursos, muchas veces ni siquiera impartidos en su idioma materno, sino la necesidad de dinero en su hogar, aunado al hecho de que ahora ya está en edad de trabajar y está consciente de su aportación al sustento de todos (incluyendo hermanos menores que no debieran ser su responsabilidad), la capacidad del Estado para educar a nuestros futuros ciudadanos del interior del país es casi nula.
Nos atrevemos a pensar que si vivimos en un país que, a nivel de población, todavía constituye dos Guatemala, debiera haber dos tipos de tratamientos distintos para generar, a pasos agigantados, las condiciones necesarias para que esos millones de personas que hoy son niños, niñas y jóvenes, pero que mañana serán la base productiva de la nación, aprendan de una manera diferente, más abierta, inclusive sin tantos exámenes formales que los frustran y los llevan a obtener un título que, si no continúan sus estudios y los finalizan a nivel técnico o universitario, se quedan en un esfuerzo vano que no les aporta nada para la generación de un mejor ingreso, el cual se logra únicamente accediendo a mejores oportunidades de emplearse o de desarrollar, por sí mismos, una idea, convirtiéndolos en empresarios.
Hasta para los posibles inversores se hace difícil llegar a poner una empresa que genere puestos de trabajo en una comunidad en donde la gente ha desertado los estudios y no sabe prácticamente nada compatible con lo que se requiere para producir.
Si bien es cierto que el ancho de banda del país todavía es deficiente, cosa que se puede mejorar haciendo las inversiones apropiadas, la tecnología ya permite que imaginemos métodos alternos en que esa gran masa de población, que necesita educarse, lo haga de una manera amena, en su idioma, con horarios flexibles para que pueda, también, ayudar en el hogar; pero que vayan, desde la más tierna edad que se pueda, dándole la posibilidad de ir aprendiendo matemáticas, idiomas, desarrollo de sistemas de computación, contabilidad, manejo de inventarios, mercadeo, manejo de redes sociales y quién sabe qué cantidad de habilidades que les abran la mente no sólo a las cuestiones que ya existen sino a las que hoy todavía no se han pensado ni nacido a la vida.
No estamos por el lado de suprimir del todo la educación formal y los exámenes para poder cumplir y acceder a la educación superior universitaria; menos para los estudiantes urbanos. Planteamos la posibilidad de encontrar nuevas rutas para dejar, de una vez por todas, de producir solamente personas aptas para hacer tareas básicas o para que queden, para siempre, en la informalidad, en el interior del país.
El guatemalteco, por naturaleza, pues lo trae en la sangre, es bueno para el comercio. ¿Por qué hemos de producir sólo bachilleres, peritos contadores y maestros cuando podemos reforzar las dotes naturales de los futuros ciudadanos y convertirlos en empresarios con el apoyo de alguna base científica y de las más modernas herramientas electrónicas? Un simple pastor de vacas que hoy tiene que tirar la leche podría aprender a hacer quesos, por ejemplo, si en la "tablet" en la que aprende hay miles de opciones para aprender.
La educación en este caso debe ser como las nubes, que no pelean sino acompañan al viento y van en la dirección en que éste sopla, llegando a fertilizar donde la Naturaleza dicta. En lugar de forzar a nuestra juventud dentro de un sistema rígido de educación a aprender un idioma para, luego, continuar con un sinnúmero de cuestiones que no son prácticas y que cuesta mucho imaginar para qué le pueden servir, como la secuencia de volcanes y ríos o las capitales de otros países, hay que apoyarlo en lo que le va a ayudar a generar sustento, pues lo que requiere inmediatamente su núcleo familiar, ya lo dijo Abraham Maslow, es cubrir sus necesidades básicas.
Debemos ser muy creativos para brindar las herramientas para que, en su idioma, ellos mismos vayan, como si estuvieran jugando con la tecnología, descubriendo la infinidad de los mundos del saber, incluyendo la necesidad que tendrán de aprender otros idiomas como el español, el inglés, el mandarín o el idioma que, en su propia visión de lo que requiere, se le antoje.
De sólo imaginar esa juventud pujante trabajando como siempre pero regresando al hogar a "jugar" con la herramienta que le proporcione la ventana a otros mundos, sin tareas obligadas, nos bombea con fuerza el corazón. Y nos lo imaginamos compartiendo esos hasta ahora desconocidos universos con sus padres campesinos que nunca tuvieron la oportunidad de ver cosas así, permeando, para siempre, las mentes de todos.
Estamos seguros que los índices educativos de Guatemala, que hoy dan pena, podrían cambiar en pocos años si, en lugar de asfixiar a esa Guatemala relegada por la pobreza y la falta de oportunidades, con reglas y requisitos absurdos (como la bendita certificación de partida de nacimiento cada año), hacemos un alto en el camino para, con todos los sentidos, captar hacia dónde van los vientos, y convertir la educación en las nubes, las múltiples y diversas nubes que puedan acompañar nuestro tesoro más preciado y nuestra apuesta, como país, hacia un futuro, ahora sí, promisorio.
Como maestro de artes marciales conocemos que hay sistemas diversos de defensa personal, pero algunos de los más efectivos son, precisamente, los que se apoyan en la fuerza del adversario, acompañándolo de tal manera que nosotros utilicemos muy pocos recursos para que vaya donde deseamos. Con la educación y un país pobre, el tema de la falta de recursos es recurrente, así que debemos ser creativos, también, para hacerlos eficientes. Gastar lo que hemos gastado los últimos 50 años para tener los resultados que tenemos son la mayor prueba de que tenemos que cambiar algunas cosas si deseamos otro tipo de resultados.
Además, la tecnología ya afecta la manera como cocinamos, la forma como nos comunicamos, y hasta como nos divertimos; tiene que ver con los mecanismos de pago y las modalidades de traslados de capitales, con el diagnóstico de enfermedades y la elevación de la esperanza de vida, con la forma de crear e interpretar música, por mencionar algunos ejemplos. Entonces, ¿por qué no habría de apuntalar la educación en donde el sistema tradicional no ha podido permear, especialmente con las personas generalmente relegadas de todos los servicios del Estado?
Sin nubes no hay lluvia y sin ésta no hay cosechas ni riqueza. Igual pasa con el campo del saber: hay que nutrir los cerebros de nuestra gente para que generen riqueza, pues está visto que el Estado nunca sacó a nadie de sus miserias, como no haya sido a través de la comisión de algún delito; la ignorancia no sólo tampoco lo hizo, sino provocó la pérdida de grandes fortunas.
Estas ideas sería impensable haberlas planteado hace quince años, pero hoy tenemos genios guatemaltecos siendo ejemplo en el mundo con sus ideas originales en el campo de la informática. Ya existen las condiciones para hacer las cosas diferentes y, empezando por Guatemala, hasta podemos ser ejemplo en el mundo y para el mundo. ¡Urge apostar por la educación informatizada! No en balde estamos en lo que denominan la Era de la Información.
Aprovechamos para encomiar la labor perseverante y positiva que ASÍES ha venido brindando a la sociedad guatemalteca y, de alguna manera, a la centroamericana. ¡Nuestras sinceras felicitaciones para todos sus integrantes!
Entre las presentaciones estuvo la de la licenciada Cynthia del Águila, quien no sólo es miembro de la Asociación sino es la actual Ministra de Educación, quien tuvo a cargo exponer lo que dicha entidad, durante décadas, ha aportado, en el campo de las ideas, al sistema de educación del país.
Mientras escuchábamos su interesante presentación meditábamos que, aún cuando detrás de muchas de estas ideas, valiosas en su momento, y de lo que la misma Ministra está haciendo, no puede haber más que los mejores aportes y buena fe de estos buenos profesionales guatemaltecos, los resultados en el campo, sin necesidad de hacer muchas comparaciones acerca de lo que se hace en otros países, todavía vienen siendo desastrosos.
Se nos ocurre que lo que sucede es que tenemos un pensum general para un país dividido, para dos Guatemalas distintas, y si a veces es difícil que los niños y jóvenes que viven en los centros urbanos cumplan con esos requerimientos educativos, las tasas de repitencia escolar lo dicen todo, no hemos sido lo suficientemente creativos para esos niños y niñas pobres, del interior del país, en donde poner algo en el estómago en la mañana y trasladarse al centro de estudio ya constituyen, de por sí, una gran proeza.
Es que la pobreza de nuestra gente linda del interior es una enorme limitación para la manera como, desde los escritorios de la capital, con todo y el apoyo de este tipo de tanques de pensamiento, hemos venido enfocando y aplicando la metodología para educar.
Por eso no nos referimos a la juventud anteriormente, pues merece considerársele por aparte, ya que si nos ponemos en los zapatos de un adolescente pobre que desea aprender, la presión es todavía mayor, pues no sólo habrá tenido que vencer los anteriores obstáculos y ganar sus cursos, muchas veces ni siquiera impartidos en su idioma materno, sino la necesidad de dinero en su hogar, aunado al hecho de que ahora ya está en edad de trabajar y está consciente de su aportación al sustento de todos (incluyendo hermanos menores que no debieran ser su responsabilidad), la capacidad del Estado para educar a nuestros futuros ciudadanos del interior del país es casi nula.
Nos atrevemos a pensar que si vivimos en un país que, a nivel de población, todavía constituye dos Guatemala, debiera haber dos tipos de tratamientos distintos para generar, a pasos agigantados, las condiciones necesarias para que esos millones de personas que hoy son niños, niñas y jóvenes, pero que mañana serán la base productiva de la nación, aprendan de una manera diferente, más abierta, inclusive sin tantos exámenes formales que los frustran y los llevan a obtener un título que, si no continúan sus estudios y los finalizan a nivel técnico o universitario, se quedan en un esfuerzo vano que no les aporta nada para la generación de un mejor ingreso, el cual se logra únicamente accediendo a mejores oportunidades de emplearse o de desarrollar, por sí mismos, una idea, convirtiéndolos en empresarios.
Hasta para los posibles inversores se hace difícil llegar a poner una empresa que genere puestos de trabajo en una comunidad en donde la gente ha desertado los estudios y no sabe prácticamente nada compatible con lo que se requiere para producir.
Si bien es cierto que el ancho de banda del país todavía es deficiente, cosa que se puede mejorar haciendo las inversiones apropiadas, la tecnología ya permite que imaginemos métodos alternos en que esa gran masa de población, que necesita educarse, lo haga de una manera amena, en su idioma, con horarios flexibles para que pueda, también, ayudar en el hogar; pero que vayan, desde la más tierna edad que se pueda, dándole la posibilidad de ir aprendiendo matemáticas, idiomas, desarrollo de sistemas de computación, contabilidad, manejo de inventarios, mercadeo, manejo de redes sociales y quién sabe qué cantidad de habilidades que les abran la mente no sólo a las cuestiones que ya existen sino a las que hoy todavía no se han pensado ni nacido a la vida.
No estamos por el lado de suprimir del todo la educación formal y los exámenes para poder cumplir y acceder a la educación superior universitaria; menos para los estudiantes urbanos. Planteamos la posibilidad de encontrar nuevas rutas para dejar, de una vez por todas, de producir solamente personas aptas para hacer tareas básicas o para que queden, para siempre, en la informalidad, en el interior del país.
El guatemalteco, por naturaleza, pues lo trae en la sangre, es bueno para el comercio. ¿Por qué hemos de producir sólo bachilleres, peritos contadores y maestros cuando podemos reforzar las dotes naturales de los futuros ciudadanos y convertirlos en empresarios con el apoyo de alguna base científica y de las más modernas herramientas electrónicas? Un simple pastor de vacas que hoy tiene que tirar la leche podría aprender a hacer quesos, por ejemplo, si en la "tablet" en la que aprende hay miles de opciones para aprender.
La educación en este caso debe ser como las nubes, que no pelean sino acompañan al viento y van en la dirección en que éste sopla, llegando a fertilizar donde la Naturaleza dicta. En lugar de forzar a nuestra juventud dentro de un sistema rígido de educación a aprender un idioma para, luego, continuar con un sinnúmero de cuestiones que no son prácticas y que cuesta mucho imaginar para qué le pueden servir, como la secuencia de volcanes y ríos o las capitales de otros países, hay que apoyarlo en lo que le va a ayudar a generar sustento, pues lo que requiere inmediatamente su núcleo familiar, ya lo dijo Abraham Maslow, es cubrir sus necesidades básicas.
Debemos ser muy creativos para brindar las herramientas para que, en su idioma, ellos mismos vayan, como si estuvieran jugando con la tecnología, descubriendo la infinidad de los mundos del saber, incluyendo la necesidad que tendrán de aprender otros idiomas como el español, el inglés, el mandarín o el idioma que, en su propia visión de lo que requiere, se le antoje.
De sólo imaginar esa juventud pujante trabajando como siempre pero regresando al hogar a "jugar" con la herramienta que le proporcione la ventana a otros mundos, sin tareas obligadas, nos bombea con fuerza el corazón. Y nos lo imaginamos compartiendo esos hasta ahora desconocidos universos con sus padres campesinos que nunca tuvieron la oportunidad de ver cosas así, permeando, para siempre, las mentes de todos.
Estamos seguros que los índices educativos de Guatemala, que hoy dan pena, podrían cambiar en pocos años si, en lugar de asfixiar a esa Guatemala relegada por la pobreza y la falta de oportunidades, con reglas y requisitos absurdos (como la bendita certificación de partida de nacimiento cada año), hacemos un alto en el camino para, con todos los sentidos, captar hacia dónde van los vientos, y convertir la educación en las nubes, las múltiples y diversas nubes que puedan acompañar nuestro tesoro más preciado y nuestra apuesta, como país, hacia un futuro, ahora sí, promisorio.
Como maestro de artes marciales conocemos que hay sistemas diversos de defensa personal, pero algunos de los más efectivos son, precisamente, los que se apoyan en la fuerza del adversario, acompañándolo de tal manera que nosotros utilicemos muy pocos recursos para que vaya donde deseamos. Con la educación y un país pobre, el tema de la falta de recursos es recurrente, así que debemos ser creativos, también, para hacerlos eficientes. Gastar lo que hemos gastado los últimos 50 años para tener los resultados que tenemos son la mayor prueba de que tenemos que cambiar algunas cosas si deseamos otro tipo de resultados.
Además, la tecnología ya afecta la manera como cocinamos, la forma como nos comunicamos, y hasta como nos divertimos; tiene que ver con los mecanismos de pago y las modalidades de traslados de capitales, con el diagnóstico de enfermedades y la elevación de la esperanza de vida, con la forma de crear e interpretar música, por mencionar algunos ejemplos. Entonces, ¿por qué no habría de apuntalar la educación en donde el sistema tradicional no ha podido permear, especialmente con las personas generalmente relegadas de todos los servicios del Estado?
Sin nubes no hay lluvia y sin ésta no hay cosechas ni riqueza. Igual pasa con el campo del saber: hay que nutrir los cerebros de nuestra gente para que generen riqueza, pues está visto que el Estado nunca sacó a nadie de sus miserias, como no haya sido a través de la comisión de algún delito; la ignorancia no sólo tampoco lo hizo, sino provocó la pérdida de grandes fortunas.
Estas ideas sería impensable haberlas planteado hace quince años, pero hoy tenemos genios guatemaltecos siendo ejemplo en el mundo con sus ideas originales en el campo de la informática. Ya existen las condiciones para hacer las cosas diferentes y, empezando por Guatemala, hasta podemos ser ejemplo en el mundo y para el mundo. ¡Urge apostar por la educación informatizada! No en balde estamos en lo que denominan la Era de la Información.
Aprovechamos para encomiar la labor perseverante y positiva que ASÍES ha venido brindando a la sociedad guatemalteca y, de alguna manera, a la centroamericana. ¡Nuestras sinceras felicitaciones para todos sus integrantes!
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lunes, 6 de octubre de 2014
¡ESA MAGISTRADA ANTISISTEMA!
Sorprendió a todos la renuncia de la magistrada electa Claudia Lissette Escobar Mejía, actual vocal I de la Sala Quinta de Apelaciones del Ramo Civil y Mercantil, anunciada en conferencia de prensa en donde fue acompañada de otras dignas profesionales del Derecho que ejercen en el campo de la Administración de Justicia.
Las razones que tuvo para no aceptar su nominación para un nuevo período, bajo las circunstancias en que se dio, truncando probablemente su carrera judicial, y las consecuencias que su decisión tendrán, están ya en los medios y se darán en los próximos días a nivel de columnas de opinión y debates en vivo que, hoy, también son acompañados por la ciudadanía a través de las redes sociales.
Sobre el papel de la mujer en la política ya hace más de cuatro años y medio dejamos establecidas nuestras ideas (http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2010/03/las-mujeres-en-la-politica-y-el-mundo.html). Lo sucedido ahora con esta profesional del Derecho es solamente la confirmación de lo dicho con anterioridad. ¡La mayoría de las veces es un orgullo trabajar con mujeres profesionales!
Se puede andar por la vida siendo del montón y ser absorbido poco a poco por un sistema viciado que está necrotizando a las instituciones públicas y asfixiando a nuestra sociedad, pero también se puede pasar entre el lodo sin embadurnarse y demostrar que todavía hay gente que actúa primordialmente por principios, que fue criada con valores familiares que permean su vida laboral y, en este caso, la gestión pública, y que están dispuestas a hacer lo que haya qué hacerse y renunciar a cualquier privilegio por dejarle a sus hijos un mundo mejor.
Lo que estamos viendo es el privilegio de un idealismo cimentado en valores etéreos, pero válidos, frente a un materialismo que ha copado a la Academia, a los legisladores, a los gobernantes de turno, a muchos empresarios, y que ahora esta magistrada, hasta hoy prácticamente desconocida, revaloriza con su actuación.
Nosotros estamos acostumbrados a sentir lo que esta abogada ha de estar sintiendo en estos momentos: palmaditas en la espalda de todos aquellos que aparentan estar de acuerdo con su posición pero que no han tenido el valor de hacer ni decir lo que ella sí ha dicho, y descalificación y toda una serie de declaraciones miasmáticas que, proviniendo de mentes, bocas y plumas putrefactas, pretenden envolver a todo el mundo con la misma chamarra de miserias e inmundicias que, a veces, involucra a los temas políticos, en detrimento de lo que es decente, de una actuación ética y, la mayoría de las veces, de la ciudadanía de quien nunca se acuerdan.
¡Cuántas veces fuimos tratados, por nuestros propios compañeros diputados, de antisistema! Cada vez que, desde adentro, dábamos la batalla para desarmar un engendro, como cuando pretendían pagarle sueldo completo a un diputado preso en Estados Unidos de América por contrabando de armas, o cuando, en varias oportunidades y cansado de ver su inoperancia, pedimos adentro del Parlamento Centroamericano que, si seguían así las cosas, era mejor clausurarlo: mala palabra dentro de la Institución.
No extrañaría, entonces, que la magistrada sea tildada de "antisistema", que debió haber renunciado durante el proceso, antes de ser electa, y no ahora, etcétera.
Nuestro himno nacional dice, en su parte inicial: ¡Guatemala, feliz, que tus aras no profane jamás el verdugo! Para quien no lo entienda con facilidad, el ara es el altar o la mesa consagrada a la patria, y el verdugo no debe interpretarse como únicamente aquél que, conforme a la ley, le quita la vida a otra persona (que es la 5a. acepción del Diccionario de la Real Academia Española), sino quien es muy cruel o que castiga demasiado y sin piedad (6a. acepción) y una cosa que atormenta o molesta mucho (7a. acepción).
Los verdugos modernos de la ciudadanía son todos esos funcionarios electos y nombrados a dedo que, haciendo caso omiso de la ética y de los valores humanistas, desde su trinchera han contribuido y lo siguen haciendo para cooptar las instituciones del Estado, para desfalcar todo lo que tocan, para permitir que el manto de la impunidad no investigue su enriquecimiento, no los persiga y no los juzgue.
Son esos verdugos modernos los que tienen ensangrentado el altar de la patria, sobre cuyas conciencias pesan las muertes de tantos niños y niñas desnutridos, la desesperanza de la juventud ante la falta de oportunidades, el retraso a todo nivel del país, el caos en sus sistemas de educación, de salud, de seguridad que incluyen las instancias de persecución penal y de administración de justicia: ¡Prácticamente de todo!
A Dios gracias, existen seres humanos que, de vez en cuando, irradian luz a toda la sociedad y la oxigenan, como es el caso de esta abogada que ha preferido renunciar a todo antes de ser parte de algo que la asquea. Benditas gracias, también, a los familiares que le dieron principios en el hogar, a sus maestros universitarios que, estamos seguros, enfatizaron en los valores éticos del profesional durante su formación y, muy especialmente, a su valentía, que si bien es probable que le cierre las puertas en un lado, le abrirá otras más grandes, sea en el sector privado o en el público, cuando cambien los vientos.
¡Felicitaciones para esa magistrada antisistema! ¡Bienvenida a este gremio tan exclusivo de quienes estamos dispuestos a dar la batalla para cambiar al mundo y para no aceptar las cosas como nos las quieren hacer digerir!
Las razones que tuvo para no aceptar su nominación para un nuevo período, bajo las circunstancias en que se dio, truncando probablemente su carrera judicial, y las consecuencias que su decisión tendrán, están ya en los medios y se darán en los próximos días a nivel de columnas de opinión y debates en vivo que, hoy, también son acompañados por la ciudadanía a través de las redes sociales.
Sobre el papel de la mujer en la política ya hace más de cuatro años y medio dejamos establecidas nuestras ideas (http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2010/03/las-mujeres-en-la-politica-y-el-mundo.html). Lo sucedido ahora con esta profesional del Derecho es solamente la confirmación de lo dicho con anterioridad. ¡La mayoría de las veces es un orgullo trabajar con mujeres profesionales!
Se puede andar por la vida siendo del montón y ser absorbido poco a poco por un sistema viciado que está necrotizando a las instituciones públicas y asfixiando a nuestra sociedad, pero también se puede pasar entre el lodo sin embadurnarse y demostrar que todavía hay gente que actúa primordialmente por principios, que fue criada con valores familiares que permean su vida laboral y, en este caso, la gestión pública, y que están dispuestas a hacer lo que haya qué hacerse y renunciar a cualquier privilegio por dejarle a sus hijos un mundo mejor.
Lo que estamos viendo es el privilegio de un idealismo cimentado en valores etéreos, pero válidos, frente a un materialismo que ha copado a la Academia, a los legisladores, a los gobernantes de turno, a muchos empresarios, y que ahora esta magistrada, hasta hoy prácticamente desconocida, revaloriza con su actuación.
Nosotros estamos acostumbrados a sentir lo que esta abogada ha de estar sintiendo en estos momentos: palmaditas en la espalda de todos aquellos que aparentan estar de acuerdo con su posición pero que no han tenido el valor de hacer ni decir lo que ella sí ha dicho, y descalificación y toda una serie de declaraciones miasmáticas que, proviniendo de mentes, bocas y plumas putrefactas, pretenden envolver a todo el mundo con la misma chamarra de miserias e inmundicias que, a veces, involucra a los temas políticos, en detrimento de lo que es decente, de una actuación ética y, la mayoría de las veces, de la ciudadanía de quien nunca se acuerdan.
¡Cuántas veces fuimos tratados, por nuestros propios compañeros diputados, de antisistema! Cada vez que, desde adentro, dábamos la batalla para desarmar un engendro, como cuando pretendían pagarle sueldo completo a un diputado preso en Estados Unidos de América por contrabando de armas, o cuando, en varias oportunidades y cansado de ver su inoperancia, pedimos adentro del Parlamento Centroamericano que, si seguían así las cosas, era mejor clausurarlo: mala palabra dentro de la Institución.
No extrañaría, entonces, que la magistrada sea tildada de "antisistema", que debió haber renunciado durante el proceso, antes de ser electa, y no ahora, etcétera.
Nuestro himno nacional dice, en su parte inicial: ¡Guatemala, feliz, que tus aras no profane jamás el verdugo! Para quien no lo entienda con facilidad, el ara es el altar o la mesa consagrada a la patria, y el verdugo no debe interpretarse como únicamente aquél que, conforme a la ley, le quita la vida a otra persona (que es la 5a. acepción del Diccionario de la Real Academia Española), sino quien es muy cruel o que castiga demasiado y sin piedad (6a. acepción) y una cosa que atormenta o molesta mucho (7a. acepción).
Los verdugos modernos de la ciudadanía son todos esos funcionarios electos y nombrados a dedo que, haciendo caso omiso de la ética y de los valores humanistas, desde su trinchera han contribuido y lo siguen haciendo para cooptar las instituciones del Estado, para desfalcar todo lo que tocan, para permitir que el manto de la impunidad no investigue su enriquecimiento, no los persiga y no los juzgue.
Son esos verdugos modernos los que tienen ensangrentado el altar de la patria, sobre cuyas conciencias pesan las muertes de tantos niños y niñas desnutridos, la desesperanza de la juventud ante la falta de oportunidades, el retraso a todo nivel del país, el caos en sus sistemas de educación, de salud, de seguridad que incluyen las instancias de persecución penal y de administración de justicia: ¡Prácticamente de todo!
A Dios gracias, existen seres humanos que, de vez en cuando, irradian luz a toda la sociedad y la oxigenan, como es el caso de esta abogada que ha preferido renunciar a todo antes de ser parte de algo que la asquea. Benditas gracias, también, a los familiares que le dieron principios en el hogar, a sus maestros universitarios que, estamos seguros, enfatizaron en los valores éticos del profesional durante su formación y, muy especialmente, a su valentía, que si bien es probable que le cierre las puertas en un lado, le abrirá otras más grandes, sea en el sector privado o en el público, cuando cambien los vientos.
¡Felicitaciones para esa magistrada antisistema! ¡Bienvenida a este gremio tan exclusivo de quienes estamos dispuestos a dar la batalla para cambiar al mundo y para no aceptar las cosas como nos las quieren hacer digerir!
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lunes, 22 de septiembre de 2014
EJERCITANDO LA REBELDIA EN LA ENCRUCIJADA
Toda persona que tenga sangre en la venas, al verse acorralada en su papel de gobernada y de ciudadana, tanto por gobernantes corruptos e irresponsables como por políticos sin vergüenza alguna que pretenden llegar a gobernarla, ve inflamados sus ánimos y está en derecho de ejercer esa rebeldía que todos llevamos dentro.
La rebeldía ciudadana, la rebeldía política, si provienen de un corazón puro y de un espíritu limpio, son bienvenidas y hasta beneficiosas para encausar la gestión de los primeros y el comportamiento de los segundos, en alguna medida.
Esas diversas clases de la misma capacidad humana de rebelarse son benéficas en la medida que, quien se rebela, lo hace con argumentos, con conocimientos de causa, razonando debidamente, con un fin altruista o positivo en la mente, y siempre por amor a su país.
Llevar una espina rebelde en el corazón sin visualizar una manera de cambiar las causas de esa molestia solamente origina más desazón, más malestar, más desesperanza.
Esa necesidad de levantarse y oponerse a lo que está mal de nuestra vida en sociedad, para que tenga los efectos beneficiosos que todos, en el fondo, intuimos, debe ser articulada de alguna manera.
La articulación del conjunto de esas rebeliones individuales puede ser encausada de varias maneras, las que requieren, siempre, de algún tipo de liderazgo, pero la que mejores efectos producirá, intuimos con algún grado de certeza, es la que encabeza un líder nacional que comparte el mismo sentimiento de frustración que el resto de los ciudadanos, que ha experimentado en carne propia sus causas, que también tiene alguna experiencia en la resolución de las mismas y, además, que ha desarrollado su intelecto al nivel de quien comprende el conjunto de la problemática, que a nivel de una sociedad completa es compleja y profunda; y, por ende, puede visualizar, con relativa mayor facilidad, las posibles soluciones en el campo rural, en la ciudad, en el tiempo, en el exterior donde tantos conciudadanos viven, en todos los escenarios que componen esa complejidad de la que hablamos.
Nuestro país, como muchos en vías de desarrollo, especialmente en América Latina, está en la encrucijada. Hemos tenido gobiernos igual de peores (sic. a nosotros mismos) que éste, pero nunca habíamos tenido tan malos candidatos para optar a seguirnos mal gobernando como en este momento.
El malestar ciudadano de la oferta política es tal, que la rebeldía que detectamos en estos momentos no tiene precedentes en la historia política del país.
La mesa está puesta para que aparezca un verdadero líder político que ame con la entrañas a su país, que tenga conciencia social, que comprenda el manejo de la administración pública, que tenga una capacidad de convocatoria para hacer gobierno de los más altos niveles, que su escala de valores familiares sea conocida y aceptada por la generalidad, que actúe apoyado en principios en lugar de conveniencias y que, por alguna vez en nuestra historia política, privilegie a la ciudadanía frente al capital o a los poderosos que se dedican a hacer negocios y a esquilmar y destruir las instituciones del Estado. Un verdadero líder que tome, por fin, las decisiones apropiadas para cambiar las cosas a favor de la gente.
La rebeldía está en cada uno, y las redes sociales están ayudando para que una parte de la población vaya unificando criterios en los sentidos anteriores. Sólo falta que el campesinado del país, con poco acceso a esas redes sociales pero que también está frustrado de tanta mentira, abandono y traición, se vaya poniendo en sintonía.
Esa rebeldía bien entendida de la población urbana y del campo podrá cambiar, para siempre, a nuestro país. Todo está en articular ese malestar y cerrarle la puerta, para siempre, a quienes nos quieren gobernar pero no nos respetan. Nosotros, los ciudadanos, nos merecemos el mejor gobierno para salir del atraso y del subdesarrollo en que nos tienen.
La rebeldía ciudadana, la rebeldía política, si provienen de un corazón puro y de un espíritu limpio, son bienvenidas y hasta beneficiosas para encausar la gestión de los primeros y el comportamiento de los segundos, en alguna medida.
Esas diversas clases de la misma capacidad humana de rebelarse son benéficas en la medida que, quien se rebela, lo hace con argumentos, con conocimientos de causa, razonando debidamente, con un fin altruista o positivo en la mente, y siempre por amor a su país.
Llevar una espina rebelde en el corazón sin visualizar una manera de cambiar las causas de esa molestia solamente origina más desazón, más malestar, más desesperanza.
Esa necesidad de levantarse y oponerse a lo que está mal de nuestra vida en sociedad, para que tenga los efectos beneficiosos que todos, en el fondo, intuimos, debe ser articulada de alguna manera.
La articulación del conjunto de esas rebeliones individuales puede ser encausada de varias maneras, las que requieren, siempre, de algún tipo de liderazgo, pero la que mejores efectos producirá, intuimos con algún grado de certeza, es la que encabeza un líder nacional que comparte el mismo sentimiento de frustración que el resto de los ciudadanos, que ha experimentado en carne propia sus causas, que también tiene alguna experiencia en la resolución de las mismas y, además, que ha desarrollado su intelecto al nivel de quien comprende el conjunto de la problemática, que a nivel de una sociedad completa es compleja y profunda; y, por ende, puede visualizar, con relativa mayor facilidad, las posibles soluciones en el campo rural, en la ciudad, en el tiempo, en el exterior donde tantos conciudadanos viven, en todos los escenarios que componen esa complejidad de la que hablamos.
Nuestro país, como muchos en vías de desarrollo, especialmente en América Latina, está en la encrucijada. Hemos tenido gobiernos igual de peores (sic. a nosotros mismos) que éste, pero nunca habíamos tenido tan malos candidatos para optar a seguirnos mal gobernando como en este momento.
El malestar ciudadano de la oferta política es tal, que la rebeldía que detectamos en estos momentos no tiene precedentes en la historia política del país.
La mesa está puesta para que aparezca un verdadero líder político que ame con la entrañas a su país, que tenga conciencia social, que comprenda el manejo de la administración pública, que tenga una capacidad de convocatoria para hacer gobierno de los más altos niveles, que su escala de valores familiares sea conocida y aceptada por la generalidad, que actúe apoyado en principios en lugar de conveniencias y que, por alguna vez en nuestra historia política, privilegie a la ciudadanía frente al capital o a los poderosos que se dedican a hacer negocios y a esquilmar y destruir las instituciones del Estado. Un verdadero líder que tome, por fin, las decisiones apropiadas para cambiar las cosas a favor de la gente.
La rebeldía está en cada uno, y las redes sociales están ayudando para que una parte de la población vaya unificando criterios en los sentidos anteriores. Sólo falta que el campesinado del país, con poco acceso a esas redes sociales pero que también está frustrado de tanta mentira, abandono y traición, se vaya poniendo en sintonía.
Esa rebeldía bien entendida de la población urbana y del campo podrá cambiar, para siempre, a nuestro país. Todo está en articular ese malestar y cerrarle la puerta, para siempre, a quienes nos quieren gobernar pero no nos respetan. Nosotros, los ciudadanos, nos merecemos el mejor gobierno para salir del atraso y del subdesarrollo en que nos tienen.
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miércoles, 17 de septiembre de 2014
LOS POLÍTICOS DEL SIGLO XXI DEBERÁN SER DISTINTOS
Bien se dice que la sociedad decimonónica lo siguió siendo bien entrado el siglo XX. No es sino hasta la Gran Guerra que inició en 1914, denominada mucho después como la Primera Guerra Mundial, que las sociedades que conforman lo que se denomina la "civilización occidental", políticos incluidos, reaccionaron, viéndose de pronto, casi forzados, en una nueva era. El siglo XX, podríamos decir, comenzó al finalizar la guerra, en 1918.
Algo parecido está sucediendo ahora, especialmente en el escenario local, en que sabemos que desde hace años estamos en el siglo XXI, avanzamos de la mano de la tecnología y bajo el manto de los avances científicos, pero en el campo político no ha habido evolución. Si no seguimos en las mismas, estamos peor.
No podemos hablar por todos los países, pero la generalidad del político guatemalteco, por lo menos, continúa siendo una réplica del molde que tenía hace 50 o 60 años en que, triste recordarlo, todo se hacía al son de "esta mula es mi macho", con una casi total falta de preparación, estudios mínimos, experiencia casi nula pero grandes dosis de autosuficiencia y hasta de prepotencia, todo aderezado por una laxa, muy laxa, escala de valores, totalmente adecuada a la máxima maquiavélica de que "el fin justifica los medios".
El resultado de esa falta de capacidad para gobernar en donde se privilegió la "listura" en lugar de la decencia, donde se instauró la mentira en ofrecimientos descarados a una masa votante por lo general ignorante, pero necesitada, en donde reinó el compadrazgo, el amiguismo y hasta el nepotismo por sobre la capacidad, el conocimiento o la experiencia, en donde no hubo planes de desarrollo sino planes para desbancar y desfalcar, está a la vista.
Los índices del país, por donde se lean, son vergonzosos: la pobreza de las grandes mayorías llegando a la inanición, los planes de educación generando más ignorancia, un país agrícola convertido en campo de muerte para tantos niños y, a propósito de niños, con unos niveles de desnutrición que constituirán, cuando crezcan, más una carga que un segmento de población productiva. ¡Tenemos que entrar al siglo XXI porque esto no puede seguir así!
Hasta aquí todos hemos tenido la culpa. La ciudadanía electora en la que nos incluimos, también.
Guatemala, y con ella gran parte de América Latina y posiblemente algunos otros países "en vías de desarrollo" (así, entre comillas por el eufemismo que representa), en el campo de la política y de sus políticos, no ha entrado al siglo XXI; seguimos en el recordado siglo XX.
Sin embargo, un poco de la mano de la masa que elige (que presentimos que está cambiando), y un poco de la mano de los mismos políticos que, con lo mal que lo están haciendo, están forzando ese cambio, nos atrevemos a predecir que en las elecciones de 2015 o, a más tardar, en las de 2019, al ponerle un alto a los desmanes de quienes hoy se creen con derecho a hacer y a decir cualquier cosa, harán que el país vaya entrando a una nueva etapa dentro de su evolución política. El cambio no es lo que ellos ofrecen sino lo que nosotros sentimos que se debe hacer.
El político marrullero e ignorante tendrá que darle paso a un político con otro perfil que, intuimos, será algo así como la antítesis de lo que hoy ofrecen con descaro y por encima del más elemental sentido común quienes pretenden gobernarnos.
La ciudadanía votante ya no privilegiará a quien le falta el respeto o se lo falta a la Naturaleza, sino lo hará por quien demuestre un comportamiento mesurado que esté por encima de los vaivenes y de los pormenores de la política partidista cotidiana; por quien sea capaz de ver el futuro y las necesidades de los "sin voz", no el aquí y su propio bolsillo o el de sus parientes.
En el futuro esperamos que los ciudadanos no le den su voto a quien no tenga una sólida preparación, una trayectoria de vida en la que su patrimonio se pueda explicar con facilidad, experiencia demostrada en diversas instituciones sin colas que le machuquen, actuaciones que sean consecuentes con su discurso o con sus ideas, apertura mental para escuchar sugerencias, comentarios y hasta críticas de su gestión anterior o de sus planes; respeto por la gente, por la legalidad, por los tiempos y los aspectos culturales, en general; que cuente con un auténtico liderazgo, con auténtico patriotismo, con anhelos y esperanzas nacidas de un corazón que no miente, con un nacionalismo bien entendido, con capacidad demostrada de comprender las necesidades distintas y urgentes de los diferentes estratos de la población.
Es en la medida que los políticos de turno lo han hecho mal que están uniendo al electorado en su contra, y es en la medida que ese electorado se vaya uniendo en que los cambios a los que nos referimos serán irrevertibles, pues de parte de los primeros existe malcriadez y prepotencia, pero no estupidez, y tendrán que adaptarse. Para cautivar de nuevo al elector, tendrán que cambiar o ser otros políticos quienes cuenten con el favor del ciudadano, especialmente si el ciudadano de a pie puede intuir que ese nuevo actor que pretende representarlo tiene una escala más elevada de valores y se rige por principios, no por negociaciones obscuras.
Es cuando analizamos lo que tenemos y lo que aspiramos que nos damos cuenta que aquel dicho que dice que todo tiempo pasado fue mejor, no tiene aplicación para lo que venimos describiendo. ¡Este fango en el que nos tienen lo tenemos que cambiar! ¡Es de sentido común y es cuestión de tiempo que esto pase!
Algo parecido está sucediendo ahora, especialmente en el escenario local, en que sabemos que desde hace años estamos en el siglo XXI, avanzamos de la mano de la tecnología y bajo el manto de los avances científicos, pero en el campo político no ha habido evolución. Si no seguimos en las mismas, estamos peor.
No podemos hablar por todos los países, pero la generalidad del político guatemalteco, por lo menos, continúa siendo una réplica del molde que tenía hace 50 o 60 años en que, triste recordarlo, todo se hacía al son de "esta mula es mi macho", con una casi total falta de preparación, estudios mínimos, experiencia casi nula pero grandes dosis de autosuficiencia y hasta de prepotencia, todo aderezado por una laxa, muy laxa, escala de valores, totalmente adecuada a la máxima maquiavélica de que "el fin justifica los medios".
El resultado de esa falta de capacidad para gobernar en donde se privilegió la "listura" en lugar de la decencia, donde se instauró la mentira en ofrecimientos descarados a una masa votante por lo general ignorante, pero necesitada, en donde reinó el compadrazgo, el amiguismo y hasta el nepotismo por sobre la capacidad, el conocimiento o la experiencia, en donde no hubo planes de desarrollo sino planes para desbancar y desfalcar, está a la vista.
Los índices del país, por donde se lean, son vergonzosos: la pobreza de las grandes mayorías llegando a la inanición, los planes de educación generando más ignorancia, un país agrícola convertido en campo de muerte para tantos niños y, a propósito de niños, con unos niveles de desnutrición que constituirán, cuando crezcan, más una carga que un segmento de población productiva. ¡Tenemos que entrar al siglo XXI porque esto no puede seguir así!
Hasta aquí todos hemos tenido la culpa. La ciudadanía electora en la que nos incluimos, también.
Guatemala, y con ella gran parte de América Latina y posiblemente algunos otros países "en vías de desarrollo" (así, entre comillas por el eufemismo que representa), en el campo de la política y de sus políticos, no ha entrado al siglo XXI; seguimos en el recordado siglo XX.
Sin embargo, un poco de la mano de la masa que elige (que presentimos que está cambiando), y un poco de la mano de los mismos políticos que, con lo mal que lo están haciendo, están forzando ese cambio, nos atrevemos a predecir que en las elecciones de 2015 o, a más tardar, en las de 2019, al ponerle un alto a los desmanes de quienes hoy se creen con derecho a hacer y a decir cualquier cosa, harán que el país vaya entrando a una nueva etapa dentro de su evolución política. El cambio no es lo que ellos ofrecen sino lo que nosotros sentimos que se debe hacer.
El político marrullero e ignorante tendrá que darle paso a un político con otro perfil que, intuimos, será algo así como la antítesis de lo que hoy ofrecen con descaro y por encima del más elemental sentido común quienes pretenden gobernarnos.
La ciudadanía votante ya no privilegiará a quien le falta el respeto o se lo falta a la Naturaleza, sino lo hará por quien demuestre un comportamiento mesurado que esté por encima de los vaivenes y de los pormenores de la política partidista cotidiana; por quien sea capaz de ver el futuro y las necesidades de los "sin voz", no el aquí y su propio bolsillo o el de sus parientes.
En el futuro esperamos que los ciudadanos no le den su voto a quien no tenga una sólida preparación, una trayectoria de vida en la que su patrimonio se pueda explicar con facilidad, experiencia demostrada en diversas instituciones sin colas que le machuquen, actuaciones que sean consecuentes con su discurso o con sus ideas, apertura mental para escuchar sugerencias, comentarios y hasta críticas de su gestión anterior o de sus planes; respeto por la gente, por la legalidad, por los tiempos y los aspectos culturales, en general; que cuente con un auténtico liderazgo, con auténtico patriotismo, con anhelos y esperanzas nacidas de un corazón que no miente, con un nacionalismo bien entendido, con capacidad demostrada de comprender las necesidades distintas y urgentes de los diferentes estratos de la población.
Es en la medida que los políticos de turno lo han hecho mal que están uniendo al electorado en su contra, y es en la medida que ese electorado se vaya uniendo en que los cambios a los que nos referimos serán irrevertibles, pues de parte de los primeros existe malcriadez y prepotencia, pero no estupidez, y tendrán que adaptarse. Para cautivar de nuevo al elector, tendrán que cambiar o ser otros políticos quienes cuenten con el favor del ciudadano, especialmente si el ciudadano de a pie puede intuir que ese nuevo actor que pretende representarlo tiene una escala más elevada de valores y se rige por principios, no por negociaciones obscuras.
Es cuando analizamos lo que tenemos y lo que aspiramos que nos damos cuenta que aquel dicho que dice que todo tiempo pasado fue mejor, no tiene aplicación para lo que venimos describiendo. ¡Este fango en el que nos tienen lo tenemos que cambiar! ¡Es de sentido común y es cuestión de tiempo que esto pase!
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domingo, 14 de septiembre de 2014
LA COMPRENSIÓN DE LOS TEMAS SOCIALES NO SE LIMITA A LOS LIBROS
Académicos hay bastantes. Sociólogos hay muchos. Amantes de los temas sociales sin ser sociólogo, como nosotros, quién sabe. Lo cierto es que hay muchísimos libros para aprender, pero quien desea verdaderamente enterarse tiene, forzosamente, que salir a la calle, convivir con la gente, observar los comportamientos, atarlos a lo que ha leído, analizarlos y, finalmente, atreverse a interpretarlos en un proceso mental no del todo descriptible.
Todo lo anterior, en el ámbito del político, viene a fortalecer su comprensión de la complejidad de la ciudadanía, pues aunque somos millones de ciudadanos (y de electores), y formamos corrientes o tendencias, cada uno conforma un mundo distinto, una individualidad que, en el respeto que se merece, debemos tratar de comprender al máximo.
Es desde ese orden de ideas que, de un tiempo a acá, nos hemos sumergido en diversos "mundos" donde esa ciudadanía se desenvuelve, dándonos cuenta de esa complejidad de la que escribimos, de cómo inciden los barrios (hasta con su diseño arquitectónico y su iluminación), los horarios de observación, los niveles de pobreza y de educación, la drogadicción y su incidencia en la tranquilidad o violencia, dependiendo de quién mande en el sector donde se distribuye, etc.
No es lo mismo, por ejemplo, observar de día la febril actividad de compradores que buscan los comercios informales de la 18 calle, en el límite sur del Centro Histórico de la ciudad de Guatemala, que a las 9 de la noche en que la actividad continúa, pero a cargo de familias enteras de comerciantes cargando, empacando, acarreando y guardando su mercadería, denotando que este es un pueblo de gente que se faja trabajando.
Observar el cambio que, desde el punto de vista social, se ha dado en lo que denominan el proceso de rescate de ese Centro Histórico, ha sido fascinante, con la peatonalización de la 6ta. Avenida y el privilegio que se le da a la gente de a pie, el resurgimiento de edificios abandonados para convertirse en el Centro Comercial más grande y más democrático de la capital, con la inversión que se le hizo en iluminación y en cámaras, para mejorar su seguridad que continúa dando esporádicos problemas pero ha mejorado, y con el florecimiento de una vida nocturna distinta a la que antes se encontraba, más bohemia y de clase media que también necesita sus espacios y los beneficios del ocio y del esparcimiento.
Ver a una señora envuelta en su corte tradicional, de noche, empujando su carreta con ruedas de cojinetes y su niño envuelto en la espalda porque lleva al cuarto que alquila las cosas con las que anduvo vendiendo desde la mañana, es ayudar a comprender a esa inmensa mayoría de madres solteras que tienen que sobrevivir y proveer todos los días. Es más, nos atreveríamos a decir que más del 90 por ciento de las mujeres que hemos conocido bajo tales circunstancias son de este tipo, de las que en algún momento se quedaron solas con sus hijos y los sacaron o los están sacando adelante con uñas y dientes, lo cual nos inspira un gran respeto.
Peleas repentinas también hemos podido observar. Es la imagen de una sociedad viva y real, no idílica, en donde afloran el racismo, los insultos, las loqueras provocadas por drogas pesadas, el machismo y otras cuestiones propias del ser humano; en donde las cosas, afortunadamente, no han pasado de moretones y mentadas de madre.
Rateritos que atrapan a algún trasnochado y solitario funcionario en día de pago, con sus copitas de más, también hemos podido ver. Actúan en cuadrilla y, a veces, hasta en bicicleta, y en la "profesión" no hay distinción de género ni empacho en salir a asaltar con una barriga de unos 7 meses de embarazo.
Pero las cuestiones culturales que se transmiten de esas madres solteras a los hijos, también nos han llamado la atención, pues mientras hay unas que velan por que sus retoños estudien, hay otras que les consiguen que vayan aprendiendo un oficio como ayudantes de algún taller o industria, también hay otras, como una vendedora de tamalitos de chipilín que anda con su niño a la par, pidiendo limosna, y cuando se le aconseja que mejor le enseñe a trabajar, como élla misma lo hace cargando todos los bultos, se enoja con nosotros y nos deja de ofrecer su mercadería en actitud hostil.
Mujeres tomando licor desde horas de la mañana con sus niños jugando entre las patas de las mesas, hemos encontrado ya en horas en que se va el sol, sin que paisanos, dueños de los locales o autoridades, digan nada. ¡Razón habrá para que esos niños, de adultos, vean como algo natural tomar alcohol hasta embrutecerse!
Pero también hemos disfrutado del repertorio musical que un paisano lleva en su teléfono, oferta mucho mayor que la del aparato mismo del negocio. ¡Ah, cambios sociales que provoca la tecnología! Y en medio de ese ambiente hay que reconocer que la gente de menores recursos económicos que uno conoce en esos lugares es más proclive a invitar a tomar algo a un extraño como nosotros que en un lugar de gente pudiente en nuestro país, pues las barreras de la comunicación con la gente sencilla son, a la vez, más sencillas.
Sentarse a tomar una cerveza, solo, en una mesita donde se tenga acceso a ver la calle, es sorprendente, pues podremos observar taxis en donde dudosamente cabríamos, o trabajadores trasnochados, bajo la luz del farol, cortando alguna pieza de metal con un esmeril en la banqueta; o del jueves al domingo constatar que los pequeños negocios compiten en decibeles, con sus bocinas apuntando a esa calle, sin que nadie gane, pero perdiendo todos.
Todo buen observador y todo político que desea tener un mensaje que llegue a la gente tiene que convivir, alguna vez, con esa gente, la que tiene las manos encallecidas de trabajar honradamente o llenas de grasa porque pasaron horas tratando de arreglar algún motor, o conocer las penurias económicas de aquel muchacho que tiene casi un año metiendo papeles con su hoja de vida en cuanta empresa encuentra, sin hallar trabajo.
La gente con gabacha que uno ve a la par de un hombre sin una pierna, con muletas, o alguien a quien le falta un ojo o le quedó inútil una mano, que se mezclan con funcionarios que no tienen empacho en ponerse a libar con sus chalecos puestos del Ministerio de Salud o del Ministerio Público, guareciéndose de la lluvia entre sombrillas que publicitan alguna marca de cerveza pero acuñadas, para que estén en pie, entre cajas de envases vacíos de cervezas de la competencia, son partes del paisaje que nadie advierte, pues se da por sentado.
Llama nuestra atención, por su puntualidad, el caso de una señora que vende tostadas y panes utilizando, para ello, una carretilla de supermercado. Cuenta que su recorrido dura varias horas al día, y hasta comparte a dónde se va a ir a pasar vacaciones, unas vacaciones que cuestan algunos centavos y que, en nuestra mente, afirmamos que tiene bien merecidas después de llevar viento, sol, polvo y lluvia durante meses ininterrumpidos, con disciplina no menos férrea por ser autoimpuesta. ¡Ésa es nuestra gente esforzada y trabajadora, que no necesita jefe ni capataz para producir!
No faltan los tapiceros trabajando en las aceras, ni las ventas de muebles de madera ni todo el mundo ocupando las banquetas pero haciendo algo, como no sean las señoras que no se saben estacionar y que están por todos lados (¡qué le vamos a hacer!); ni faltan las motocicletas con familias enteras o repartiendo tambos de agua y cilindros de gas, pues las pizzas y las órdenes de comida rápida parecen ser privilegios de barrios más adinerados. Sin embargo, son banquetas generalmente limpias, como no sean las del Centro los fines de semana, pues son utilizadas para recibir de todo tipo de excreciones corporales: parte falta de educación de la ciudadanía, parte que no hay baños más que en los negocios establecidos.
En los barrios populares uno encuentra, en cada casa, un taller, una bodega o un negocio, ya sea parqueo, ya sea un cuarto de alquiler o algo que, aunque sea en la informalidad, en algo le aporta a la economía del país sin que abulte el índice de crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB, y todo esto no es más que un reflejo de lo que somos: un país, precisamente, en donde la palabra haraganería no existe, en donde quien no tiene oportunidades, en los centros urbanos, se las busca aunque le cueste encontrarlas o no lleguen inmediatamente. No se deja de cejar e insistir, no se para y se busca siempre una alternativa para suplir las necesidades materiales.
Con la partida del sol comienzan a brotar otro tipo de personajes, como los individuos que le hacen a la droga (no quiere decir que de día no salgan, pero se hacen más evidentes), como los queridos músicos que más de una vez contratáramos para que nos cantaran en trío, o individualmente, algún bolero, con el marco de una ciudad que se debate entre casas viejas, anteriores a tanto terremoto, y las nuevas que todavía falta que los prueben, pero todas rayadas en la penumbra de esa hora por las siluetas de tanto cable que les han puesto enfrente, desordenadamente.
Con la noche se vienen otros fenómenos, como las ofertas de litros de cerveza a dos por uno o las autopatrullas de la Policía Nacional Civil, PNC, confluyendo todas, a la misma hora, a la misma estación de servicio a echar gasolina. Imaginamos que esto también ha de ser objeto de observación por parte de la delincuencia, la que tiene, con este fenómeno, también, su hora feliz para transportar droga, para llevar dinero o cambiar de lugar a un secuestrado; no digamos para cometer otros hechos de violencia contra el ciudadano común y corriente (pues el acoso al transporte público se suele dar en horas de la mañana).
Contrasta en la obscuridad de la noche esa vendedora de prendas de vestir con pantalón de lana color salmón, blusa floreada y delantal con rayas, acarreando un bulto con su mercadería, vendedora que compite, acercándosenos a ofrecer, con vendedores de baratijas o achimeros, de películas y música pirateadas que pasan constantemente. En como un cuadro goyesco de la informalidad.
Son los barrios en los que igual se te acerca abiertamente a pedirte un trago un charamilero como ves que la gente todavía entra sus macetas a las casas en la noche, pues tienen la conciencia, perdida en otros lados, de sacar sus plantas a respirar. Son los barrios de árboles viejos, centenarios, o de árboles nuevos porque antes no los tenía (que por cierto, tal medida ha sido criticada con el argumento de que antes no los había, como si todo tuviese que permanecer igual y no haber opción para mejorar o, al menos, ser distinto).
Son barrios en donde se pueden ver a los empleados municipales recogiendo basura que las personas inconscientes han tirado durante el día, a la calle, a las siete y media de la noche, o a las 4 de la mañana, hora en que comenzaban a limpiar cuando salíamos a hacer campaña y teníamos que estar a las 8 de la mañana en Las Verapaces. O donde un marido, de traje, lleva abrazada a su mujer, borracha, en una mano, y su maletín en la otra, camino a su hogar conyugal, mientras también carga a su pequeña hija.
Nuestra sociedad es compleja, pero en términos generales conformada por gentes de buenos sentimientos, trabajadora, que lo que desea es producir y que no la jodan. Gente linda con quien se puede trabar una buena amistad y compartir algunos valores que tienen que ver con la patria, con el civismo, con el fortalecimiento de la ciudadanía, con la visión del futuro para nuestros hijos.
Conocer y aprender de estas personas sobre la complejidad de nuestros procesos sociales y hasta de la descomposición de nuestra comunidad, ayudándonos a conocer un poco mejor a una de las Guatemalas (hay otra importante, la profunda de las comunidades rurales más pobres y apartadas que conocimos conviviendo muchas aventuras a fines de la década de 1980 y en gran parte de la de 1990), es una bendición para nuestra formación, para nuestro crecimiento espiritual y para la capacidad que tengamos de hacer, de toda esta información, algo positivo, ya sea comunicándolo, ya aconsejando sobre políticas públicas, ya liderando algún proceso de mayor importancia.
Nuestra capital está catalogada como la octava ciudad más violenta del mundo (Aristegui, 2013), pero la violencia no está en la generalidad de personas que la habitamos sino en unos pocos energúmenos que, con el Derecho en la mano, podemos controlar. Si sólo libros o reportajes sobre estadísticas leyésemos, tendríamos que creer lo que todos dicen al respecto, pero nuestra experiencia de campo es otra y viene a balancear nuestro juicio.
Es cuestión de tiempo que esto se entienda y que pongamos las cosas en su lugar. ¡Toda esa gente trabajadora, de día y de noche, se lo merece!
Todo lo anterior, en el ámbito del político, viene a fortalecer su comprensión de la complejidad de la ciudadanía, pues aunque somos millones de ciudadanos (y de electores), y formamos corrientes o tendencias, cada uno conforma un mundo distinto, una individualidad que, en el respeto que se merece, debemos tratar de comprender al máximo.
Es desde ese orden de ideas que, de un tiempo a acá, nos hemos sumergido en diversos "mundos" donde esa ciudadanía se desenvuelve, dándonos cuenta de esa complejidad de la que escribimos, de cómo inciden los barrios (hasta con su diseño arquitectónico y su iluminación), los horarios de observación, los niveles de pobreza y de educación, la drogadicción y su incidencia en la tranquilidad o violencia, dependiendo de quién mande en el sector donde se distribuye, etc.
No es lo mismo, por ejemplo, observar de día la febril actividad de compradores que buscan los comercios informales de la 18 calle, en el límite sur del Centro Histórico de la ciudad de Guatemala, que a las 9 de la noche en que la actividad continúa, pero a cargo de familias enteras de comerciantes cargando, empacando, acarreando y guardando su mercadería, denotando que este es un pueblo de gente que se faja trabajando.
Observar el cambio que, desde el punto de vista social, se ha dado en lo que denominan el proceso de rescate de ese Centro Histórico, ha sido fascinante, con la peatonalización de la 6ta. Avenida y el privilegio que se le da a la gente de a pie, el resurgimiento de edificios abandonados para convertirse en el Centro Comercial más grande y más democrático de la capital, con la inversión que se le hizo en iluminación y en cámaras, para mejorar su seguridad que continúa dando esporádicos problemas pero ha mejorado, y con el florecimiento de una vida nocturna distinta a la que antes se encontraba, más bohemia y de clase media que también necesita sus espacios y los beneficios del ocio y del esparcimiento.
Ver a una señora envuelta en su corte tradicional, de noche, empujando su carreta con ruedas de cojinetes y su niño envuelto en la espalda porque lleva al cuarto que alquila las cosas con las que anduvo vendiendo desde la mañana, es ayudar a comprender a esa inmensa mayoría de madres solteras que tienen que sobrevivir y proveer todos los días. Es más, nos atreveríamos a decir que más del 90 por ciento de las mujeres que hemos conocido bajo tales circunstancias son de este tipo, de las que en algún momento se quedaron solas con sus hijos y los sacaron o los están sacando adelante con uñas y dientes, lo cual nos inspira un gran respeto.
Peleas repentinas también hemos podido observar. Es la imagen de una sociedad viva y real, no idílica, en donde afloran el racismo, los insultos, las loqueras provocadas por drogas pesadas, el machismo y otras cuestiones propias del ser humano; en donde las cosas, afortunadamente, no han pasado de moretones y mentadas de madre.
Rateritos que atrapan a algún trasnochado y solitario funcionario en día de pago, con sus copitas de más, también hemos podido ver. Actúan en cuadrilla y, a veces, hasta en bicicleta, y en la "profesión" no hay distinción de género ni empacho en salir a asaltar con una barriga de unos 7 meses de embarazo.
Pero las cuestiones culturales que se transmiten de esas madres solteras a los hijos, también nos han llamado la atención, pues mientras hay unas que velan por que sus retoños estudien, hay otras que les consiguen que vayan aprendiendo un oficio como ayudantes de algún taller o industria, también hay otras, como una vendedora de tamalitos de chipilín que anda con su niño a la par, pidiendo limosna, y cuando se le aconseja que mejor le enseñe a trabajar, como élla misma lo hace cargando todos los bultos, se enoja con nosotros y nos deja de ofrecer su mercadería en actitud hostil.
Mujeres tomando licor desde horas de la mañana con sus niños jugando entre las patas de las mesas, hemos encontrado ya en horas en que se va el sol, sin que paisanos, dueños de los locales o autoridades, digan nada. ¡Razón habrá para que esos niños, de adultos, vean como algo natural tomar alcohol hasta embrutecerse!
Pero también hemos disfrutado del repertorio musical que un paisano lleva en su teléfono, oferta mucho mayor que la del aparato mismo del negocio. ¡Ah, cambios sociales que provoca la tecnología! Y en medio de ese ambiente hay que reconocer que la gente de menores recursos económicos que uno conoce en esos lugares es más proclive a invitar a tomar algo a un extraño como nosotros que en un lugar de gente pudiente en nuestro país, pues las barreras de la comunicación con la gente sencilla son, a la vez, más sencillas.
Sentarse a tomar una cerveza, solo, en una mesita donde se tenga acceso a ver la calle, es sorprendente, pues podremos observar taxis en donde dudosamente cabríamos, o trabajadores trasnochados, bajo la luz del farol, cortando alguna pieza de metal con un esmeril en la banqueta; o del jueves al domingo constatar que los pequeños negocios compiten en decibeles, con sus bocinas apuntando a esa calle, sin que nadie gane, pero perdiendo todos.
Todo buen observador y todo político que desea tener un mensaje que llegue a la gente tiene que convivir, alguna vez, con esa gente, la que tiene las manos encallecidas de trabajar honradamente o llenas de grasa porque pasaron horas tratando de arreglar algún motor, o conocer las penurias económicas de aquel muchacho que tiene casi un año metiendo papeles con su hoja de vida en cuanta empresa encuentra, sin hallar trabajo.
La gente con gabacha que uno ve a la par de un hombre sin una pierna, con muletas, o alguien a quien le falta un ojo o le quedó inútil una mano, que se mezclan con funcionarios que no tienen empacho en ponerse a libar con sus chalecos puestos del Ministerio de Salud o del Ministerio Público, guareciéndose de la lluvia entre sombrillas que publicitan alguna marca de cerveza pero acuñadas, para que estén en pie, entre cajas de envases vacíos de cervezas de la competencia, son partes del paisaje que nadie advierte, pues se da por sentado.
Llama nuestra atención, por su puntualidad, el caso de una señora que vende tostadas y panes utilizando, para ello, una carretilla de supermercado. Cuenta que su recorrido dura varias horas al día, y hasta comparte a dónde se va a ir a pasar vacaciones, unas vacaciones que cuestan algunos centavos y que, en nuestra mente, afirmamos que tiene bien merecidas después de llevar viento, sol, polvo y lluvia durante meses ininterrumpidos, con disciplina no menos férrea por ser autoimpuesta. ¡Ésa es nuestra gente esforzada y trabajadora, que no necesita jefe ni capataz para producir!
No faltan los tapiceros trabajando en las aceras, ni las ventas de muebles de madera ni todo el mundo ocupando las banquetas pero haciendo algo, como no sean las señoras que no se saben estacionar y que están por todos lados (¡qué le vamos a hacer!); ni faltan las motocicletas con familias enteras o repartiendo tambos de agua y cilindros de gas, pues las pizzas y las órdenes de comida rápida parecen ser privilegios de barrios más adinerados. Sin embargo, son banquetas generalmente limpias, como no sean las del Centro los fines de semana, pues son utilizadas para recibir de todo tipo de excreciones corporales: parte falta de educación de la ciudadanía, parte que no hay baños más que en los negocios establecidos.
En los barrios populares uno encuentra, en cada casa, un taller, una bodega o un negocio, ya sea parqueo, ya sea un cuarto de alquiler o algo que, aunque sea en la informalidad, en algo le aporta a la economía del país sin que abulte el índice de crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB, y todo esto no es más que un reflejo de lo que somos: un país, precisamente, en donde la palabra haraganería no existe, en donde quien no tiene oportunidades, en los centros urbanos, se las busca aunque le cueste encontrarlas o no lleguen inmediatamente. No se deja de cejar e insistir, no se para y se busca siempre una alternativa para suplir las necesidades materiales.
Con la partida del sol comienzan a brotar otro tipo de personajes, como los individuos que le hacen a la droga (no quiere decir que de día no salgan, pero se hacen más evidentes), como los queridos músicos que más de una vez contratáramos para que nos cantaran en trío, o individualmente, algún bolero, con el marco de una ciudad que se debate entre casas viejas, anteriores a tanto terremoto, y las nuevas que todavía falta que los prueben, pero todas rayadas en la penumbra de esa hora por las siluetas de tanto cable que les han puesto enfrente, desordenadamente.
Con la noche se vienen otros fenómenos, como las ofertas de litros de cerveza a dos por uno o las autopatrullas de la Policía Nacional Civil, PNC, confluyendo todas, a la misma hora, a la misma estación de servicio a echar gasolina. Imaginamos que esto también ha de ser objeto de observación por parte de la delincuencia, la que tiene, con este fenómeno, también, su hora feliz para transportar droga, para llevar dinero o cambiar de lugar a un secuestrado; no digamos para cometer otros hechos de violencia contra el ciudadano común y corriente (pues el acoso al transporte público se suele dar en horas de la mañana).
Contrasta en la obscuridad de la noche esa vendedora de prendas de vestir con pantalón de lana color salmón, blusa floreada y delantal con rayas, acarreando un bulto con su mercadería, vendedora que compite, acercándosenos a ofrecer, con vendedores de baratijas o achimeros, de películas y música pirateadas que pasan constantemente. En como un cuadro goyesco de la informalidad.
Son los barrios en los que igual se te acerca abiertamente a pedirte un trago un charamilero como ves que la gente todavía entra sus macetas a las casas en la noche, pues tienen la conciencia, perdida en otros lados, de sacar sus plantas a respirar. Son los barrios de árboles viejos, centenarios, o de árboles nuevos porque antes no los tenía (que por cierto, tal medida ha sido criticada con el argumento de que antes no los había, como si todo tuviese que permanecer igual y no haber opción para mejorar o, al menos, ser distinto).
Son barrios en donde se pueden ver a los empleados municipales recogiendo basura que las personas inconscientes han tirado durante el día, a la calle, a las siete y media de la noche, o a las 4 de la mañana, hora en que comenzaban a limpiar cuando salíamos a hacer campaña y teníamos que estar a las 8 de la mañana en Las Verapaces. O donde un marido, de traje, lleva abrazada a su mujer, borracha, en una mano, y su maletín en la otra, camino a su hogar conyugal, mientras también carga a su pequeña hija.
Nuestra sociedad es compleja, pero en términos generales conformada por gentes de buenos sentimientos, trabajadora, que lo que desea es producir y que no la jodan. Gente linda con quien se puede trabar una buena amistad y compartir algunos valores que tienen que ver con la patria, con el civismo, con el fortalecimiento de la ciudadanía, con la visión del futuro para nuestros hijos.
Conocer y aprender de estas personas sobre la complejidad de nuestros procesos sociales y hasta de la descomposición de nuestra comunidad, ayudándonos a conocer un poco mejor a una de las Guatemalas (hay otra importante, la profunda de las comunidades rurales más pobres y apartadas que conocimos conviviendo muchas aventuras a fines de la década de 1980 y en gran parte de la de 1990), es una bendición para nuestra formación, para nuestro crecimiento espiritual y para la capacidad que tengamos de hacer, de toda esta información, algo positivo, ya sea comunicándolo, ya aconsejando sobre políticas públicas, ya liderando algún proceso de mayor importancia.
Nuestra capital está catalogada como la octava ciudad más violenta del mundo (Aristegui, 2013), pero la violencia no está en la generalidad de personas que la habitamos sino en unos pocos energúmenos que, con el Derecho en la mano, podemos controlar. Si sólo libros o reportajes sobre estadísticas leyésemos, tendríamos que creer lo que todos dicen al respecto, pero nuestra experiencia de campo es otra y viene a balancear nuestro juicio.
Es cuestión de tiempo que esto se entienda y que pongamos las cosas en su lugar. ¡Toda esa gente trabajadora, de día y de noche, se lo merece!
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viernes, 12 de septiembre de 2014
LAS CONVENIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO COOPERATIVO
Confesamos que, cuando hablamos o hemos leído de
cooperativismo, siempre tuvimos la idea de la beneficiosa organización de
grupos de personas para producir o buscar un bien común, movimiento que en
nuestro país, Guatemala, ha crecido brindando excelentes resultados y ha sido una importante vía para encausar las aptitudes empresariales y productivas de varios cientos de miles de mujeres campesinas que, sin el marco jurídico que lo permite, tendrían bastante limitadas las oportunidades de desarrollarse en las comunidades remotas en donde viven.
Sin embargo, leyendo hoy el libro Creadores de Riqueza, del autor Alejandro Gómez (Instituto Democracia y Mercado, 2007), en la página 256, encontramos otra connotación del término que, en la década de 1950, fue importante para la reconstrucción de Europa después de la devastación de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en la entonces destrozada Alemania, lo que generó índices de crecimiento, de desarrollo y confianza para invertir sin precedentes, coadyuvando a sentar las bases del enorme desarrollo industrial que, en las décadas venideras, quedara debidamente documentado, produciendo otro nivel de riqueza en el viejo continente y, por ende, de bienestar en sus habitantes (no nos referimos, específicamente, al Estado Bienestar).
Este comportamiento cooperativo se dio entre empleados y empleadores, tanto del sector público como del privado, lo cual generó dos cosas importantes: un deliberado nivel bajo o accesible de los salarios de los empleados y una apuesta, por parte de los empresarios, a las futuras utilidades, reinvirtiendo, año con año, gran parte de las utilidades, con la finalidad de acumular el suficiente capital para continuar expandiendo las industrias en las que, cada quien, estaba involucrado, lo que significó una mayor tecnificación y, al elevarse la productividad, se pudo acordar, también, el ansiado aumento salarial.
Hace años, cuando encabezábamos la delegación patronal que negoció el Pacto Colectivo de Condiciones de Trabajo con el Sindicato de Operadores del Registro General de la Propiedad, en 2006 y 2007 (pues fue una larga y dura negociación que podría ser objeto de otro ensayo), recordamos muy bien que, en la prensa, salió una noticia que pusimos de ejemplo a nuestra contraparte: la del sindicato de trabajadores de la Volks Wagen, en Alemania, que decidió unilateralmente rebajarse los sueldos porque entendió que, si no lo hacían, sus puestos de trabajo, eventualmente, podrían parar en alguno de los emergentes países de la Europa del Este.
Esta es una evidencia de que el comportamiento cooperativo que significó el despegue económico, una generación y media antes, todavía es válido. Y si la Alemania de hoy es un ejemplo de fortaleza industrial, de estabilidad para producir y de bienestar para su población porque sus niveles de productividad le permiten pagar buenos salarios, los postulados que la llevaron al éxito deberían ser válidos para cualquier parte del mundo en donde se busque no sólo elevar la productividad por empleado contratado sino mejorar las condiciones de vida de los habitantes.
Este tema será oportuno de discutir para cuando las condiciones del país sean las propicias para establecer una ciudad o una zona disruptiva (conocidas como "Start-up Cities"), pues para que se afinquen los grandes capitales que andan buscando oportunidades para montar nuevas industrias, no sólo debe haber seguridad, capacidad de montar institutos técnicos o universidades para montar una política de "educación continuada", infraestructura adecuada que incluya carreteras, puertos y energía suficiente y a precios competitivos, sino una especie de pacto como del que escribimos, que privilegie una asociación ética entre el capital y el trabajo, con una visión de muy (o de muuuuuuy) largo plazo que sea mutuamente compartida, que rompa los paradigmas que tienen al país con unos índices de desempleo y de falta de oportunidades que nos hacen llorar sangre.
Hoy, sin reglas claras y con un gobierno que privilegia la corrupción y la campaña política para pretender perpetuarse, no existen las condiciones para tener una discusión seria al respecto.
Ojalá tengamos la oportunidad, en algún tiempo, de poder comentar en este espacio la experiencia exitosa de poner a rodar un círculo virtuoso de buenas y convenientes relaciones y que podamos demostrar, con los índices en la mano, que se obtiene más beneficio entendiendo que el capital y el trabajo pueden ser las dos caras de la misma medalla que llamamos progreso y que no tienen, forzosamente, que estar divorciados el uno del otro.
Esta puede ser, quizás, la manera de llevar las ansiadas oportunidades de trabajar a tanta gente del campo que hoy no tiene más remedio que mendigar, emigrar o morirse de hambre. Lo que algunos observadores poco acuciosos llaman estoicismo y que no es más que desesperanza y hambre, para nuestra vergüenza.
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