El Yin Yang es un concepto que los pensadores chinos desarrollaron hace miles de años, y tiene que ver con el equilibrio de todas las cosas en el Universo, con la dualidad intrínseca en todas las cosas existentes, dentro de las cuales, por supuesto, están las actuaciones, las circunstancias, los hechos históricos.
Para estos antiguos filósofos todo lo positivo tiene su negativo, todo lo que sube tiene que bajar, si hay un norte también hay rumbo sur, cuando hay momentos de claridad hay que esperar los de obscuridad, a toda tormenda le precede y le sigue la paz. Son dos fuerzas generadoras de todo lo que existe y nos sirven, además, para explicar la existencia: hombre-mujer, niño-viejo, rico-pobre, trabajador-haragán, listo-tonto.
Por otro lado, las curiosidades de Islandia. Para empezar, su nombre viene del inglés Iceland, tierra del hielo, pero es uno de los lugares más candentes del planeta por el tamaño de sus volcanes, que los científicos han identificado llegar hasta bien profundo dentro del globo terráqueo, y por la magnitud de sus erupciones, que también están registradas como de las más grandes de nuestro planeta.
En Islandia operan las fuerzas del yin yang tratando de mantener ese delicado equilibrio que ha permitido que en esa isla, la más grande que existe de origen volcánico, hayan prosperado los asentamientos humanos.
Es una lucha inefable entre el hielo de las latitudes del norte y el tremendo calor proveniente del centro de La Tierra, en un juego cíclico en donde el primero reprime al segundo que trata de surgir por los múltiples volcanes isleños, y lo más que logra hacer durante la parte larga del ciclo es derretir parte del hielo y provocar tremendos hundimientos, visibles desde la superficie congelada.
Esos ciclos suelen ser de alrededor de 10 años. La gran erupción que hace un par de días comenzara de nuevo tardó 14 años desde la anterior, de 1996, que devastó el país, más que por las erupciones mismas, por las inundaciones gigantescas provocadas por el súbito derretimiento de una capa de hielo tan espesa como tienen los glaciares en esos alejados parajes.
Sin embargo, hay registros de una histórica erupción en 1783, tan grande, que se cree que provocó más de 2 millones de personas muertas en todo el planeta por las consecuencias globales que tuvo. Se cree que dicha erupción lanzó a la atmósfera más de 100 millones de toneladas de dióxido de sulfuro, formando una nube roja que, en tres días, se había extendido por todo el hemisferio norte, provocando un cambio climático súbito y, con él, una hambruna en todo el planeta.
La nube tóxica, al mezclarse con el agua de las nubes se convirtió en lluvia de ácido sulfúrico; el río Mississippi, al otro lado del planeta, se congeló hasta muy cerca de su desembocadura en Nueva Orleáns; en la India fueron centenas de miles de muertos los que provocó la hambruna por el cambio repentino del clima. La misma población de Islandia se vería más que diezmada por las mismas causas.
Hay quienes se atreven a decir que los grandes cambios sociales que se dieron en Francia tan solo seis años después, fueron producidos por la gran hambruna que venían sufriendo desde hacía tiempo, cambios que, más de 200 años después, siguen teniendo consecuencias en la vida democrática y republicana de la mayoría de naciones.
Hoy traigo el concepto del Yin Yang y la anécdota de las erupciones volcánicas en Islandia, porque siento que en algo puedo relacionarlos con la gobernabilidad.
Lo que deseo establecer es que los conglomerados humanos, como todo en esta vida, necesitan un equilibrio mínimo para desarrollarse y prosperar; que si ese equilibrio se pierde, como sucede con ese delicado balance de fuerzas en islandia, se produce el inicio del caos, por decirlo de alguna manera.
Nuestras sociedades, especialmente la guatemalteca, están hechas para aguantar mucho, se acostumbran a lo inaudito porque lo que no debiera ser se convierte en el pan nuestro de cada día; pero el punto que deseo establecer es que esas sociedades, incluyendo la nuestra, tan apática, indiferente y, ahora, curtida, tienen un límite.
Los gobernantes de turno se apoyan en la idea de que la sociedad que gobiernan es olvidadiza, que todo lo aguanta, que sus integrantes somos sujetos de sus desmanes y abusos, de su falta de palabra, de honradez, de principios, y a eso le han venido apostando.
Esa fue la apuesta del gobierno de Alfonso Portillo y ya se ve: han ido a parar a prisión desde el Presidente y Vicepresidente de la República para abajo, con varios Ministros. Algo insólito en cualquier país pero que aquí se comienza a sentir con algo normal y cotidiano.
Esa es la apuesta del actual gobierno, el gobierno "corrupto" de Álvaro Colom, que es el adjetivo que le falta a la multimillonaria campaña publicitaria que mantiene el "angelito". Y esa es la apuesta que mantienen, por lo que se ve, casi todos sus Ministros, Secretarios, Directores y simples funcionarios. Al grito de "el último que robe que cierre la puerta" han salido, literalmente, a saquear al Estado.
Lo peor de todo es que la señora Primera Dama también, es evidente, ha efectuado su apuesta; y esa apuesta es exactamente la misma: populista, electorera, partidista, poco transparente y, probablemente, de lo más corrupto que, dentro de toda la fauna existente, hay.
Sin embargo, basta conversar con las personas de la calle, con los líderes de las comunidades, incluyendo a aquéllos a quienes el gobierno o la señora benefician, para darse cuenta que esos altos niveles de corrupción lastiman, hieren en las carencias de la gente, en su hambre, en la variedad de penas que sufren calladamente.
Ojalá no estemos a las puertas de una ruptura de equilibrio en nuestro país. Ojalá no estemos al borde de una convulsión social que cambie el rumbo de la historia del país. Ojalá las personas adineradas del mismo, que hoy se han acomodado con el actual gobierno, recapaciten y se den cuenta hacia dónde vamos, cuál es el derrotero que nos espera con líderes y liderezas políticas que, en su afán por enriquecerse, porque es claro que el país no les importa mucho, están dispuestos a hacer lo que sea, incluso hipotecar y vender a las próximas diez generaciones.
Por eso, desde este espacio, mi opción siempre será por los más necesitados del país, en quienes siempre pienso cuando hay sequía, pensando en la hambruna que se viene, cuando llueve fuerte, por los riesgos de las construcciones que no aguantan y por los ocasionados por una topografía que es, de por sí, difícil en terreno seco.
Para todas esas personas que ven cómo los funcionarios de turno de enriquecen a millones, y que no consiguen un trabajo honrado con qué sustentar a su familia, aunque sea de medio tiempo, mis más elevados pensamientos. Recuerden que ese concepto chino nos dice que si hay tiempos malos, habrá tiempos mejores.
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