No recuerda si fue en enero, en febrero o en marzo de 1960, pero sí fue hace poco más de 50 años que se involucró en el Patronato Femenino de la Liga Nacional Contra el Cáncer y, desde entonces, la ha acompañado en las buenas y en las malas.
Durante décadas hemos sido testigos de esa vocación por los más necesitados, pobres materialmente y, encima, enfermos del cuerpo. No ha requerido ser enfermera o doctora para ayudar. Desde la cafetería, organizando el bingo, llamando a medio mundo para el mes de conscripción, ayudando a montar una subasta de arte... de mil maneras he visto cómo, con un grupo de señoras de gran vitalidad, han ido consiguiendo centavo a centavo para apoyar a una Liga siempre necesitada, a los pacientes menesterosos que jamás podrían pagar, de su bolsa, un tratamiento contra esa otrora mortal enfermedad, para subsidiar la compra de nueva maquinaria y equipo para el hospital, o el repuesto de una cápsula de césium para poder seguir dándole tratamientos de radioactividad.
Las campañas de prevención entre las mujeres, que incluyen la democratización de la prueba de Papanicolau o el festejo de los niños enfermos para alguna fiesta no faltaron.
La disciplina para pedir y llevar, o la liberalidad para aportar siempre la acompañaron. Hoy, en la cocina del Instituto de Cancerología, todavía se utilizan las enormes ollas a presión que donó hace 50 años. No ha habido materia en que estas señoras del Patronato Femenino no se hayan metido, para bien. Desde reparar un elevador hasta protestar por algo que, en su leal saber y entender, está mal.
Hoy, cincuenta años después, la señora sigue empujando, sigue opinando y preocupándose del futuro del Patronato y de la Liga. Le cuesta ver por un infarto cerebral de hace unos años, y ahora le cuesta oir también, pero llega a las sesiones y las asambleas y, si no escucha, pregunta, pero no falta.
Ha sido un ejemplo de entrega, de pasión, de generosidad, que tiende a bajar el ritmo y a acallar su persistente voz por los que no la han tenido y han sufrido esta enfermedad que, con el paso del tiempo, afecta a más personas, pero ya no es sinónimo de muerte.
Como Presidenta de Cruzadas, fundando ligas en otros países como Honduras, o como simple peona acompañando a otras damas de singular e igual liderazgo, siempre la vi emprender y pedir a los que tenían con el mismo tezón e inspiración. ¡Ojalá hubiese muchas como élla en la vida nacional!
Ah...., ¡mi mamá! ¡Una corona de muchos laureles en tu frente!
martes, 4 de mayo de 2010
CUANDO LA OPCIÓN POR LOS POBRES ES VERDADERA. EL GENUINO SERVICIO SOCIAL.
Etiquetas:
Liga Nacional Contra el Cáncer,
servicio social
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