jueves, 13 de mayo de 2010

DEBIERA HABER REPRESENTACIÓN DE MIGRANTES EN EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA

Anoche tuve la oportunidad de conversar con un viejo amigo acerca de batallas políticas pasadas que, hasta el momento, hemos venido perdiendo en una guerra, también política, que algún día, si no he de ganar, por lo menos he de ver que alguien más la gana.

Se trata de la gran población guatemalteca que ha emigrado, especialmente hacia los Estados Unidos de América, en donde sólo en el Estado de California se calcula que hay más de un millón doscientos mil de ellos. Si sumamos los cientos de miles más que hay en otras ciudades grandes como Chicago o Nueva York, o la gran comunidad q'anjob'al de West Palm Beach, en el Estado de Florida, por mencionar alguna, el sinnúmero de connacionales dispersos por toda la Unión Americana, número que podemos multiplicar por tres, calculando que ése es el promedio de hijos que cada uno de esos viajeros tiene allá, caeremos en cuenta que son varios millones de guatemaltecos que viven, estudian y producen en otro país.

Desde hace décadas que hemos venido promulgando por que, en Guatemala, haya algún tipo de reformas legales para hacer que esos guatemaltecos en el exterior se sientan más vinculados con su país o, por lo menos, no abandonados por un Estado débil, sin recursos, que no es capaz siquiera de tener la suficiente dotación de pasaportes en los consulados para servir y atender a las diferentes comunidades que los requieren.

Dentro de esas reformas, la que más traté de impulsar, especialmente cuando fui Fiscal del Partido de Avanzada Nacional ante el Tribunal Supremo Electoral, fue la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos que permitiera que los guatemaltecos viviendo en el exterior puedan emitir el sagrado sufragio, lo cual fue adversado por los mismos magistrados del TSE aduciendo razones presupuestarias y su falta de capacidad para tener control del proceso fuera de las fronteras patrias.

También impulsé ese tema desde mi posición como diputado centroamericano, pero nunca encontré eco, especialmente porque, en medio de un debate ideologizado, se pensaba que la mayoría de migrantes en Estados Unidos pertenecía o simpatizaba más por la izquierda que por los gobiernos o los partidos de derecha de la región. Una muestra más del daño que le hace la ideología a la política, situación que, lejos de mejorar, tiende a sostenerse o a empeorar, pero ese es otro tema.

Como sea, ahora no sólo pienso que la reforma a la mencionada Ley Electoral debiera contemplar esa posibilidad, la del voto del guatemalteco en el exterior mediante la organización y elaboración de un padrón electoral y recubierto el proceso de todas las garantías de transparencia, incluyendo la identificación del votante, sino pienso que los guatemaltecos en el exterior, que tanto contribuyen a la economía nacional con el envío de dinero que les cuesta muchísimo ganar, conocido como "remesas", debieran contar, además, con algún tipo de representación en el Congreso de la República que los vincule más a los destinos de su país.

Es votando y eligiendo, en resúmen, como esos esforzados guatemaltecos, que no son delincuentes sino héroes según he exteriorizado en este espacio, van a mantener algunos vínculos con su país de origen.

La última nota de la alianza neonazi de Arizona, entre congresistaas y gobernadora, es que han prohibido cualquier tipo de curso educativo que tenga que ver con las raíces étnicas de los diferentes grupos de población, en un intento xenofóbico por matar la diversidad cultural que ha hecho, de Estados Unidos, un país especial dentro del concierto de las naciones. Esta corriente fascista puede extenderse a otros estados, de manera que hay que salir al paso; si tampoco tienen vinculación con los países que los vieron nacer, nuestros connacionales están condenados a olvidarse totalmente de su tierra querida, la cual, me consta, muchos añoran el día en que puedan regresar a vivir su retiro en la vejez.

El debate alrededor de la posibilidad de que los guatemaltecos que viven en comunidades grandes en el exterior tengan representación en el Congreso de la República, es un debate que urge llevar a cabo y determinar, de una vez por todas, los cambios legales que hayan de hacerse, constitucionales incluso, si se tomase tal determinación.

Por mi parte, no sólo impulso la idea desde hace tiempo sino la sostengo. Es lo menos que podemos hacer: escuchar su voz y admitir sus votos, aunque sea en minoría, pero algo es algo. Estoy seguro que el debate nacional se verá enriquecido con su participación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario