miércoles, 11 de agosto de 2010

ESA PRIMERA PÁGINA

Me llamó mucho la atención que nadie dijera cosa alguna al respecto de las ideas que vienen, las cuales guardan relación con una concatenación de actos que iremos puntualizando.

A pesar que sabemos que todo esto comenzó hace más de 50 años (alguien diría que hace más de 500), para efectos didácticos, situémonos en el martes 23 de febrero de 2010, fecha en la cual fallece Orlando Zapata Tamayo, un disidente cubano, luego de pasar 85 días en huelga de hambre adentro de la prisión que lo retenía y ser llevado, a última hora, a un hospital.

Orlando Zapata era un albañil que fue, originalmente, condenado a 3 años de prisión, en 2003, por participar en una huelga de hambre, pero luego el régimen cubano encontró la manera de condenarlo, posteriormente, a 25 años de prisión, razón por la cual prefirió dejar de comer y terminar con su vida, pero dándole, con su gesto, una esperanza de vida a las demás personas que estaban, y están, en similares circunstancias.

Todo hubiera quedado ahí si no hubiera sido porque otro reo de conciencia, Guillermo Fariñas, organizara otra huelga de hambre que duró 135 días y que provocó que el régimen cubano anunciara la liberación de 52 presos políticos, lo que lo llevó al borde de la muerte pero la pudo interrumpir el 8 de julio de 2010.

Las dos huelgas de hambre, la que terminó mal y esta segunda, fueron cubiertas ampliamente por los medios de comunicación del mundo, que fue el mecanismo mediante el cual el Gobierno Cubano sintió alguna presión internacional.

Luego, el Gobierno del Reino de España aceptó que muchos de los presos que iban a ser liberados fueran acogidos por ese país, comenzaron a llegar en grupos pequeños y, como era de esperarse, iniciaron a narrar sus experiencias en una serie de conferencias de prensa que fueron objeto de gran expectativa por parte de la prensa local y las agencias noticiosas internacionales.

En esta parte de la historia es que surge lo que me llamó la atención. Después de varios años de no aparecer en público, Fidel Castro comienza, sistemáticamente, a aparecer en diversos lugares, en una especia de batalla mediática por desplazar a la disidencia cubana en la enorme cobertura que tenía.

El viejo dictador es tan sagaz que sabe perfectamente que su aparición pública, aunque no diga nada, es noticia, de modo que en las últimas semanas hemos visto una guerra de medios a nivel global, originada por los problemas de un país pequeño por su tamaño pero grande en muchos aspectos.

Mientras todo esto se desarrolla en el escenario mundial, lo que podemos esperar frente al computador es que las condiciones para todos los presos del mundo mejoren y que deje de haber personas privadas de libertad por el simple hecho de expresar sus ideas.

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