sábado, 14 de agosto de 2010

LOS GUARDIAS PENITENCIARIOS Y LOS POLICÍAS TAMBIÉN PUEDEN ESTAR CUMPLIENDO SU DEBER

No es nuestro deseo enredarnos en el proceso judicial abierto en contra de varios ex funcionarios, tanto del Ministerio de Gobernación, como de la Policía Nacional Civil y del Sistema de Presidios, más que desear que se descubra la verdad que el país necesita.

Estamos poco enterados como para opinar con propiedad sobre el proceso, especialmente porque se refiere a dos casos, el de la toma de la cárcel de Pavón y el de la fuga de unos reclusos de la cárcel conocida como "El Infiernito".

Sin embargo, este último caso trae a nuestra mente algunas ideas que vale la pena dejar plasmadas, fundamentalmente porque tienen que ver con la seguridad de todos los ciudadanos, con la política del país, con la administración de justicia, con la legalidad, con el sentido común que en este espacio defendemos y, además, con nuestro futuro.

Partimos de la base que las cárceles se hicieron para que los reos cumplan sus condenas y que, una vez cumplidas, especialmente mediante el sistema de redención de penas que parece ser tan benigno, salgan, supuestamente, a reintegrarse a la sociedad. Es decir, partimos de la base que las prisiones no son para que los reos se escapen.

Desde el momento que a la cárcel de "El Infiernito" la bautizaron con este peculiar nombre, es de suponer que no alberga angelitos, sino verdaderos delincuentes, de aquellos que nosotros a veces dudamos que tengan posibilidad de reincorporarse sanamente a la sociedad. Muchos de ellos, inclusive, pendientes de que les sea ejecutada la pena de muerte.

Por ende, en el momento que uno de estos reos pone un pie fuera de la prisión, sin que haya mediado todo el proceso para que lo haga en el ámbito de libertad, es de suponer que ha mediado violencia y que, al salir, están dispuestos a todo para no retornar. Debemos presumir que un reo que sale de esa prisión lleva en su mente que no tiene nada qué perder.

Luego, en nuestros pensamientos cuestionamos, no que se investigue y se someta a procedimiento a los guardias del sistema penitenciario que terminaron con la vida de estos delincuentes fugados, sino que, al final, se les condene. Debería existir una norma legal que faculte, no sólo a un guardia del sistema penitenciario sino a cualquier ciudadano, a utilizar la fuerza para someter, como sea, a un reo que se fuga de una prisión, no digamos de una de las que denominan de "alta seguridad" que, desde el momento que se han fugado, hasta eso se pone en duda.

La pregunta obligada si estos guardias que reaccionaron ante la fuga de reos, con la consecuencia que sea, es: si los condenan a prisión, ¿quién nos defenderá la próxima vez que se fuguen reos de alta peligrosidad?

Siendo defensores de los Derechos Humanos, por convicción y por formación, no podemos soslayar el hecho que, desde que se privilegian los derechos humanos de quienes actúan al márgen de la ley, y se persigue, procesa y, a veces, se castiga a los policías que han actuado ante diferentes hechos, la delincuencia y los índices de violencia en las calles han ido en aumento.

Cuando comencemos a darles el lugar que les corresponde dentro de nuestra sociedad, sin dejar de apoyar los derechos humanos, a policías y guardias del sistema penitenciario, y a los funcionarios honrados que, detrás de ellos cumplen con su deber, habremos madurado como sociedad y podremos comenzar a tener, en ellos, como ciudadanía, verdaderos aliados en la lucha contra el crímen.

Por el contrario, en la medida que se persiga y castigue a los funcionarios y empleados públicos que, en cumlimiento de sus deberes, no les ha temblado la mano al enfrentarse a la delincuencia, estaremos condenados a que no muevan un dedo y se hagan de la vista gorda la próxima vez que alguien pida auxilio. Y ese alguien puede se cualquiera de nosotros.

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