Nos parece una aberración jurídica y, de paso, una nueva actitud antiética, que el Presidente de la Corte Suprema de Justicia se inhiba de participar en la Comisión de Postulación para nombrar a quien deba de ocupar el cargo de Fiscal General de la República, aduciendo razones de salud, pero que sí la tenga para continuar presidiendo la Corte Suprema de Justicia.
Por donde se vea, la actitud torcida de dicho Presidente de uno de los Organismos del Estado, no puede respaldarse sin fallar uno mismo a la legalidad, a la ética, al Derecho (que es distinto) y al sentido común.
La presión que ha tenido de parte de muchos sectores y por la cual el resto de la totalidad de Magistrados de dicha Corte Suprema, por unanimidad, le han solicitado que se inhiba de participar en la Comisión de Postulación, es porque una concatenación de actos que él mismo ha decidido llevar a cabo, lo descalifican, lo hacen una persona no idónea para hablar, no digamos juzgar sobre la idoneidad de los demás.
Luego, si el Presidente de la Corte es una persona no idónea para participar en la Comisión de Postulación mencionada, ¿cómo es posible que sí sea idóneo para ocupar el cargo de Presidente de un Organismo del Estado, y lo que es peor, para conocer y juzgar los asuntos sometidos a su competencia?
Por eso sostenemos que si la persona del Presidente de la Corte no tiene salud para una cosa, no debiera tenerla para la otra; y si no es idóneo para lo accesorio, tampoco lo es para lo principal.
Su renunicia a la Presidencia de la Corte, por el bien del país, es necesaria. No la pide el ciudadano Ricardo Flores Asturias; es un imperativo legal y moral.
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