miércoles, 4 de agosto de 2010

LA MADUREZ POLÍTICA, EL DISENSO Y LOS CONSENSOS

Desde que salió a luz que tres Ministros de Estado votaron en contra de la prórroga del contrato de exploracion y explotación de petróleo en la Laguna del Tigre, un Área de Reserva de la Nación, hemos estado con la inquietud de pergeñar unas líneas que perfilen nuestras ideas al respecto.

Ahora que uno de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia ha salido, públicamente, a pedirle la renuncia al Presidente de la misma, con razones fundamentadas en la Ética y en la Constitución y con gran educación, aprovechamos para hacerlo y dejar asentado nuestra visión y pensamiento al respecto del grado de madurez política que se necesita para ver el disenso como algo normal dentro de la participación democrática.

En la medida que un pueblo no está acostumbrado al debate político y su evolución y entendimiento del funcionamiento de la política es limitado, la tendencia a ver como algo negativo que existan ideas diferentes en los cuerpos colegiados de la institucionalidad, es mayor. A contrario sensu, en la medida que un pueblo comienza a entender que la confrontación de ideas diferentes, en lugar de hacer un daño, cuando el debate es de altura, lo enriquecen, el disenso comienza a ser visto como algo cotidiano en un esquema en donde la regla siempre es la misma: la mayoría decide.

Cosa aparte es que la mayoría esté equivocada o que parte o todas las personas que la conforman sea obediente y no deliberante, circunstancias que, a nuestro parecer, parecen coincidir en el caso del Acuerdo que otorga la concesión, por quince años más, a la compañía transnacional francesa para continuar explotando nuestros recursos naturales bajo las condiciones ya conocidas por quienes se han interesado en leer y enterarse.

El caso de la Corte Suprema de Justicia que comentáramos es similar. Es más, el año pasado le cayeron enormes críticas a la misma porque hubo muchísimas rondas para tratar de elegir a su Presidente pero no lograban la mayoría de votos requeridos, pero nosotros consideramos que eso no era culpa de los Magistrados sino de los legisladores que cambiaron la ley y politizaron la Corte, por un lado, y por los afanes de grupos obscuros que todos sabemos que existen, que trataban de hacerse con el control de esa importante Corte y, con élla, de la posibilidad de nombrar peones y de su importante presupuesto, lo cual se arreglaría con cambios sustanciales a la Ley que limiten la actuación de Magistrados al conocimiento de los casos sometidos a su jurisdicción, y una Gerencia, independiente, que se ocupe de los asuntos administrativos.

La obtención de consensos, en temas importantes para el país, es importante pero no vital. Por eso, en estos asuntos también hay que destacar la característica que ya hemos señalado anteriormente, que va por encima de Maestrías y Doctorados, que es el liderazgo innato de quienes presiden Instituciones, especialmente cuando, en el quehacer de gobernar o de administrar, existen cuerpos colegiados integrados por profesionales de alto nivel intelectual.

Más que consensos, lo que un líder con visión y amor de país debe lograr son compromisos coherentes con las necesidades del mismo y de su población, especialmente la más vulnerable.

Los problemas comienzan cuando, como decía Aristóteles, en lugar de gobernarse en la búsqueda del bien común, las actuaciones denotan más un interés personal. En este orden de ideas, lo deseable, para el país, hubiese sido un Acuerdo Gubernativo en donde se optase por una solución como la que los ecuatorianos encontraron con sus áreas de reserva, aunque fuese con el voto razonado en contra de varios Ministros de Estado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario