La iniciativa Mérida, un Tratado suscrito por Estados Unidos de América y aprobado por el Congreso de ese país, relacionado con la cooperación técnica y financiera del poderoso país del norte con los demás países que, en su frontera sur, conformamos el corredor de la droga, comenzando por Panamá, es importante desde el punto de vista que es la primera vez que Estados Unidos acepta compartir el problema de la droga, ya que posee la población consumidora de estupefacientes más grande del planeta, pero hasta antes de la suscripción los problemas derivados del tráfico de drogas, desde su punto de vista, eran de cada uno de los países por donde la droga pasaba, no de ellos.
Sin embargo, aunque el plan, que también así es llamado, que tiene una duración de 3 años que iniciaron, en teoría, el 30 de junio de 2008, y que contempla desembolsos por US$.1.6 millardos, de los cuales US$.1.4 son para México y los otros US$.400.0 millones para 8 países, incluidos Belice (sic.) y Haití, se vislumbran como insuficientes, tomando en cuenta que parte de esos recursos de cooperación, como siempre, se quedarán en Estados Unidos, como los US$.74.0 millones para combatir, supuestamente, el tráfico ilegal de armas, desde el sur de Estados Unidos, hacia México.
De entrada, conocemos que existe un gran retraso en el desembolso de fondos, de manera que si la iniciativa finaliza en junio de 2011, nos atrevemos a pensar que les queda poco tiempo para ejecutar esa enorme cantidad de plata, como no se la gasten, a la carrera, en compra de equipo de guerra o blindados estadounidenses para, supuestamente, combatir el narcotráfico en México, con lo cual, finalmente, el dinero quedaría en manos de los productores de armamento y poco se habría hecho en el fortalecimiento institucional o en el entrenamiento de personal al sur de la frontera.
El tema es complicado, pero a Centroamérica, con tan poco apoyo y, encima, dividido por tantas fronteras, pero sirviendo de corredor para la misma cantidad de droga que, al final, para también pasando por México, le podría ir peor de lo esperado, especialmente si tomamos en cuenta las previsiones que se hacen al respecto de la presión que se le pone a los narcotraficantes del norte de América Latina, en el sentido que tomarán la ruta del sur, hacia nuestros países, huyendo de la presión de las autoridades mexicanas, para continuar operando (lo que han denominado la "Teoría del Globo", porque lo asemejan con la manera que se infla el extremo opuesto de un globo que es apachado).
Nosotros no lo creemos así. La violencia en nuestros países tiene múltiples raíces, pero la mayoría de éllas está en las desigualdades en que se vive, en la falta de oportunidades para muchos niños y jóvenes, aunque es innegable que, desde que expertos señalan que se comenzó a pagar a quienes trasladaban la droga con un porcentaje de la misma, viéndose obligados a venderla localmente, creando nuevos mercados de consumidores, el problema social derivado de tanto drogadicto que necesita conseguir de qué manera hacerse con una nueva dosis, ha empeorado, pues hay múltiples asaltos a mano armada, extorsiones, secuestros rápidos y hasta asesinatos relacionados con la consecución de dinero fácil para estos fines.
Independientemente de si se cumplen las profecías de uno u otro lado de esta macabra medalla de la violencia alrededor del tráfico y consumo de drogas, los Estados Centroamericanos deben comenzar a enfrentar el problema, con un mayor soporte de los grandes mercados de consumidores, tanto en Norteamérica (Canadá incluido) como en Europa, si queremos ir no sólo cerrando filas sino combatiendo una de las vertientes de la ola de terror y de violencia de comienza a azotar a nuestras sociedades.
Desde este espacio reconocemos el esfuerzo que hacen los mexicanos por normalizar una situación que, por dejarla pasar tanto tiempo, da la impresión de habérseles ido de las manos, aunque no es así. La lucha que están emprendiendo tomará más tiempo que lo que nos gustaría predecir, y es probable que sobrepase varios sexenios. Lo importante es que, sea el gobierno que sea, se continúe en la misma línea hasta lograr lo que Colombia ya demostró que, con paciencia y perseverancia, se puede lograr.
Así como las redes criminales se han globalizado para operar mejor, es importante que quienes hemos sido defensores de la soberanía de nuestros países pensemos en conformar una policía internacional, con parámetros distintos a la manera como opera la Interpol, para que el combate sea mejor estructurado y más eficiente. Esto se lograría con el apoyo de fondos, profesionales, técnicos e instrumental de los países industrializados, es decir, los consumidores finales, lo que, de entrada, ayudaría a sustraer a esta nueva fuerza de los tentáculos de dinero que todo lo compran, todo lo corrompen.
También aprovechamos este espacio para dejar establecido que la iniciativa Mérida, como está planteada, no es suficiente. Hay que involucrar a los países que son los mayores productores de hoja de coca, como Perú y Bolivia, a los transformadores de la hoja en cocaína y otras sustancias, como Colombia, que tiene la mayor parte de laboratorios y profesionales de la química dedicados a este "negocio". Aunque sabemos que se trabaja por separado, creemos que el problema no se puede enfrentar por separado sino de manera integral.
Mientras tanto, estaremos pendientes y observando cuanto suceda alrededor de la implementación de una iniciativa que no termina de aterrizar.
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