jueves, 21 de enero de 2010

LA EDUCACIÓN, LAS COMUNIDADES Y LA FALTA DE APOYO DEL ESTADO

Estos últimos días ha habido dos noticias que llamaron mi atencion. La primera, un excelente reportaje de Marta Sandoval en Elperiodico, edición del 10 de enero en curso que pueden ver en http://www.elperiodico.com.gt/es/20100110/portada/131718/ , que refiere cómo una comunidad en Cobán, Alta Verapaz, olvidada por todos pero entendiendo la importancia de contar con una educación, se decidieron, en una especie de "homeschooling" y sin estar capacitados como maestros, a educar a sus propios niños. El proceso es interesante; fueron abandonados por el cura, la iglesia se convirtió en escuela y, con el correr de los años, ahora hay estudiantes que estudian en universidades fuera del país y maestros que están en el proceso de sacar sus maestrías.

La segunda noticia que llamó mi atención con relación al tema, aparecida en Prensa Libre el 19 de enero en curso, es la decisión de los habitantes de San Cristóbal Acasaguastlán, El Progreso, de erradicar el analfabetismo, lo cual finalmente lograron según declaración de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, utilizando un método cubano.

Lo curioso de ambas notas es que destacan el abandono del parte del Estado y refuerzan mi tésis relativa a que Guatemala no es un país de pedigüeños sino de emprendedores, de personas ingeniosas que buscaron, por sus medios, la manera de salir de esa falta de atención por parte de las autoridades y de conseguir, para sus hijos y nietos, un mejor porvenir.

Cabe comentar, además, que en el primer caso la comunidad pudo triunfar no sólo por la persistencia de sus líderes, con una clara visión de lo que querían, sino porque los niños no sufrieron trauma alguno ya que la instrucción la iban recibiendo en su propio idioma materno, en este caso el q'eqchí, y el español era una clase más de un segundo idioma que, a la postre, les viene sirviendo no sólo para cualquier tipo de relación con el entorno nacional, especialmente para adquirir educación superior, sino los preparó para, en algunos casos, estudiar un tercer idioma para proseguir esos estudios en el extranjero.

Se ve que las comunidades tienen, muchas veces, no pocas, más sentido común y capacidad de organización que quienes diseñan las políticas públicas que, por provenir de personas que no conocen cómo funcionan aquéllas y cómo es el ámbito de la vida rural, en su arrogancia o ignorancia, han pretendido que sus decisiones hagan surgir un mar de niños y jóvenes dispuestos a aprender en otro idioma, lo cual carece de toda lógica.

Va desde este espacio de comunicación una sincera felicitación para los líderes comunitarios a quienes se les iluminó el seso originariamente; para los líderes comunitarios que, en relevo, porque así sucede, supieron valorar y continuar con las metas trazadas; para esos valientes miembros de las comunidades que, aún sabiéndose poco, mal o nada capacitados para enseñar, supieron asumir el reto de hacerlo a la par que ellos mismos se preparaban; a los niños, niñas y jóvenes que, en su cotidiano esfuerzo, llegaron a convertirse en las pruebas palpables de que, con sentido común y persistencia, se pueden alcanzar mayores alturas y vencer un sistema oficial que simplemente no funciona; a los periodistas que, enterándose de estos raros casos, los han compartido con la comunidad de ciudadanos para que, como en este caso, elevemos un largo y sonoro aplauso por esta gran muestra de que en el ámbito local, sea comunitario, sea municipal, están muchas de las soluciones a nuestros problemas de falta de desarrollo.

Ahora que tenemos puntos de comparación, se hace obligada una revisión de esas políticas públicas que, durante décadas, no han conducido a mayor progreso. Si seguimos haciendo las cosas de la misma manera, seguiremos produciendo los mismos resultados, y con estos dos novedosos métodos está visto que Guatemala, o cualquier país del mundo que se encuentre en similares circunstancias, puede dar un verdadero salto al desarrollo en cuestión de pocos años.

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