martes, 12 de enero de 2010

NUEVO RESBALÓN EN LA POLÍTICA EXTERIOR ESTADOUNIDENSE

Creí que no iba a volver a escribir sobre la crisis política hondureña, pero las circunstancias obligan a hacer un pequeño análisis de situación.

Es extraño que un político de experiencia, como es el caso de la señora Hillary Clinton, dé muestras de inconsistencia al grado que la cancillería estadounidense, denominada por quién sabe qué razón Departamento de Estado, primero condenó el Golpe de Estado en Honduras, luego reconoció al presidente interino Roberto Micheletti, manifestó que reconocería al gobierno que el pueblo hondureño eligiera y ahora, en nuevo resbalón, se meten en los asuntos internos de este querido país para pedir, a cambio de varios millones de dólares de "ayuda", que Roberto Micheletti deje la Presidencia de la República el 15 de enero de 2010, con el afán de "taparle el ojo al macho" o de querer tapar el sol con un dedo y que sea otra persona, pero no Micheletti, quien haga el traspaso de poder al presidente electo, Porfirio Lobo.

Con esos fines ha enviado en calidad de pro cónsul, con esa actitud que los gobernantes estadounidenses no entienden que odiamos todos en latinoamérica, al subsecretario adjunto de dicho Departamento de Estado, para América Latina, Craig Kelly.

Reto a cualquiera de mis lectores a que me explique en qué cambia cualquiera de los hechos pasados, incluyendo las responsabilidades políticas, civiles y penales, el hecho de que no sea fulano sino mengano quien entregue la banda presidencial. ¿No se entiende esto más como un capricho, como una necedad, como una terquedad que no tiene un solo fin utilitario?

Contrasta esta noticia con la nota de prensa que señala el periplo del embajador brasileño Gonçalo Moura, jefe del Departamento de América Central y el Caribe, a reunirse con delegados de los gobiernos guatemalteco, dominicano y salvadoreño, para afinar sus posiciones con miras a la próxima reunión de la Organización de Estados Americanos, OEA, según se dice, con una evaluación preliminar brasileña de que la situación en Honduras, después de la toma de posesión del presidente electo, tenderá a normalizarse. Eso dicen los cables de prensa; otra cosa que lo creamos así.

El problema que tiene Brasil es que no desea quedarse, a perpetuidad, con un huésped inesperado, creemos, a quien hay que buscarle una salida, so pena de quedarse la embajada brasileña en calidad de hotel por los siguientes años.

¿Qué tanto tendrán que ver, tanto la danza de millones venezolanos, junto a los ahora millones estadounidenses, en el nuevo capítulo de esta crisis política desatado alrededor de la amnistía que pretende otorgar el Congreso de Honduras a Manuel Zelaya?

¿Tienen derecho los extranjeros, sean brasileños, venezolanos, estadounidenses o guatemaltecos, ya en lo individual, ya parapetados en organizaciones como la OEA, para interferir en asuntos exclusivos de los hondureños?

El sometimiento a juicio de los militares involucrados en los hechos acaecidos el 28 de junio de 2009 en Tegucigalpa lo veo yo como algo que deviene natural, pero que no debiera ser exclusivo de ellos ni de los hechos sucedidos a partir de esa fecha. La administración de justicia debe ser amplia y revisar los hechos desde el inicio del período presidencial de Manuel Zelaya y atraer a ese ámbito a todos los involucrados en cualquier hecho antijurídico que se enmarque debidamente dentro de las regulaciones constitucionales y penales de ese país.

Someter a los militares a juicio es posible que lo interprete la Comunidad Internacional, así llamada, como el preludio de lo que podría pasarle a su protegido, el violador constitucional Zelaya, y por eso andan alborotados en reuniones entre ellos y, lo pero, creyendo que estamos en la época del Imperio Romano, yendo a tratar de manipular las cosas fuera del ámbito de la legalidad, en primer lugar, y de la jurisdicción que les corresponde, por otra parte.

Estados Unidos, con esta actitud, le da la razón a Fidel Castro y a Hugo Chávez cuando se refieren a ellos como el Imperio. Estados Unidos necesita aliados en el mundo, y los seguidores más recalcitrantes del sociópata Manuel Zelaya nunca van a ser sus aliados, así logre la restitución de este antes de la toma de posesión de Porfirio Lobo. Por otro lado, insulta, con estas actitudes neoimperialistas, a sus aliados naturales, a quienes siempre han creído en la democracia, en la libertad, en la no ingerencia en los asuntos internos de otros países, en el respeto mutuo de las naciones con base en la igualdad.

En la sociedad estadounidense suele haber "bullies", esas personas que pretenden conseguir lo que desean a base de pasarle encima a los demás. Es un fenómeno que se da desde los niños, pasa por los adolescentes y llega a las altas esferas de la sociedad, pero con una característica común: siempre son mal vistos, criticados, rechazados por los demás. El término más apropiado en español podría ser el de un matón, aunque no se adapta del todo al término original en inglés. Sin embargo, eso mismo es lo que el gigante, con sus millones, pretende hacer con la pequeña Honduras sin recordarse o haciendo caso omiso que por muy pequeño que sea el país, para sus ojos, hay Constitución, hay leyes, hay dignidad, hay patriotismo y hubo una decisión enmarcada en su ley constitucional mediante la cual el Congreso Nacional nombró a Roberto Micheletti como Presidente de la República para terminar el mandato de Manuel Zelaya, a quien destituyó, según entiendo, por traidor a la patria.

En reciente entrega en este blog señalo que el Acuerdo Guaymuras, el que apoyó en su conjunto la denominada Comunidad Internacional, está vigente, pero ahora resulta que son los mismos Estados Unidos quienes vienen a desacreditar lo pactado entre las partes, que es un proceso en marcha, y a inmiscuirse abusivamente para hacer renunciar al funcionario que representa, frente al mundo, a todos los hondureños. ¿Cómo vería la opinión pública estadounidense que un funcionario menor de la cancillería hondureña llegara a la Casa Blanca, a hablar con el Presidente de los Estados Unidos, ese que se traslada de un lado al otro en el famoso Air Force One, para pedirle que renuncie a cambio de qué se yo?

Mejor le iría a cualquier nación del mundo, en estos momentos, dejando que los hondureños resuelvan sus propios problemas. Todos los países, a excepción de Brasil, saldrían bien librados, pero también hay que entender que, en este caso, Brasil se invitó solo a ser parte de la crisis política interna y tuvo que haber medido las consecuencias, con anterioridad, de aceptar este tipo de huéspedes en su embajada.

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