viernes, 9 de julio de 2010

REVISANDO EL FONDO DEL ENDEUDAMIENTO

Nuestro país siempre había sido cauteloso para contratar deuda hasta que los niveles de corrupción fueron tan altos que, mientras más hipotecado dejaban al país las autoridades de turno, más dinero había para hacer "chinche", todo con sus honrosas excepciones.

Un ejemplo de lo anterior fue el proyecto "Desarrollo de Autopistas de Guatemala", DAG, de la época del gobierno ejercido por el general Fernando Romeo Lucas García, derrocado por un Golpe de Estado el 23 de marzo de 1982, en donde se hacía la obra pero ésta salía al doble o triple de lo que, en realidad, debió haber costado.

Si bien es cierto los niveles de endeudamiento no son, por el momento, motivo de problemas estructurales, sí son preocupantes, pero preocupa, más que el nivel de deuda, el proceso de endeudamiento en el que estamos metidos con nuestras actuales autoridades, unas, desde el Organismo Ejecutivo, gastando y despilfarrando a manos llenas, otras, desde la Banca Central, alcahueteando, y las últimas, desde el Organismo Legislativo, lambisconeando para ver de qué manera participan en esta danza de millones.

La reforma constitucional promovida hace algunos años para, según los patrocinadores de la idea, terminar con la impresión de moneda inorgánica, la famosa "maquinita de hacer billetes", no ha detenido el endeudamiento del Estado. Antes se le metían billetes sin respaldo a la economía; hoy es la banca privada la que le viene prestando, con garantía soberana y perfecto ánimo de lucro, miles de millones de quetzales que salen del sector productivo, donde se corre otro tipo de riesgo, para continuar nutriendo de fondos los negocios turbios y aplacando las ineptitudes de las autoridades que no pueden ajustar un presupuesto a la realidad de lo que se tiene.

El país debiera entrar en una etapa de moratoria en esta carrera por endeudar a las generaciones de guatemaltecos que ni siquera han nacido.

No estamos seguros si bastaría, pero con establecer que no se contratarán préstamos de entidades multilaterales como no sea bajo cierto tipo de condiciones, como tantos puntos básicos por encima de la tasa de interés concesional y no más, o contratar únicamente aquellos préstamos que contemplan sus propios medios de pago, sería un paso en la dirección correcta.

Endeudarse por endeudarse no es válido ni siquiera para países ricos, no digamos para países como el nuestro en donde un fenómeno natural mata a las personas que vivían en pobreza extrema, convierte en supervivientes en pobreza extrema a quienes sólo eran pobres, y en pobres a quienes algo tenían.

Démonos cuenta que, cada año que pasa, son más recursos los que se destinan al pago de intereses y capital de préstamos que vienen del exterior y de préstamos a los bancos locales, y la poca obra que viene quedando que pueda ligarse a los mismos, que quisiera ver cuantificada alguna vez, tiende a destruirse con el primer aguacero o temblor.

Esta espiral de endeudamiento tenemos que detenerla. Hay maneras más inteligentes de utilizar los recursos. Y más honradas también.

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