lunes, 19 de julio de 2010

EL NECESARIO EJERCICIO DE LA HONRADEZ Y DE LA TRANSPARENCIA

La cantaleta del gobierno actual, el tan publicitado de Álvaro Colom, es la Reforma Fiscal, mientras que los caballitos de batalla han sido los programas de cohesión social, especialmente el denominado “Mi Familia Progresa”.

Paradójicamente, no existe congruencia entre una y otros cuando, en el medio de ambas, lo que existe y se percibe es una gran incapacidad para gobernar que se traduce en malversación, ingobernabilidad, comisiones bajo la mesa, amiguismo, corrupción, despilfarro, enriquecimiento ilícito e irresponsabilidad, entre otras cosas que sólo producen efectos negativos en la población.

Para que cualquier programa de gobierno sea exitoso, se requiere un ejercicio impecable de honradez y de transparencia frente a los actores sociales y la generalidad de gobernados y observadores internacionales.

Mal hace la denominada Comunidad Internacional en repetir, como loros, la necesidad de subir la tasa impositiva, cuando no se acompañan tales declaraciones con las que tienden al arreglo de los grandes problemas que tenemos en aspectos de compras y contrataciones.

De nada sirve subir impuestos y castigar más la producción si tenemos gobernantes corruptos y sistemas que ya han demostrado su ineficiencia en ese sentido, que sólo sirven para que las autoridades de turno se enriquezcan y que, al final, nada pase en términos de desarrollo, como siempre.

Por eso es que una elevación de impuestos disfrazada de “Reforma Fiscal” jamás va a ser apoyada y acompañada por la ciudadanía trabajadora de este país, ya que es como pretender meterle más agua a una cañería podrida y agujereada que no es capaz de llevar el vital líquido a donde se necesita.

Es indispensable, primero, arreglar, en el fondo, la capacidad del Estado de hacer compras y contrataciones de manera honrada y transparente para todos.

Solamente cuando la ciudadanía tenga claro que los recursos se están invirtiendo en las obras y programas que tiene décadas de estar esperando, estará dispuesto a aceptar, aunque sea de mala gana porque a nadie le gusta que le suban la carga impositiva, que es necesario hacer cambios para conseguir más recursos en beneficio de todos.

Mientras la percepción sea que los beneficios serán para unos pocos que ya nos han demostrado su carencia de principios y de lo que son capaces, Guatemala estará condenada a no salir del subdesarrollo en que se encuentra.

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